Uno
puede asegurar que,
cuando tenía in
mente elaborar
su comentario sobre el
tema, no había leído el que cierto periodista deportivo (1)
había escrito acerca
del mismo, bajo el
título Roma no
paga a traidores,
refiriéndose al
que podríamos llamar
caso Lopetegui bis.
Sí, porque dicho
periodista comenzaba su artículo haciendo alusión a esa otra
frase de que en el
pecado lleva la penitencia,
con la que un servidor ha titulado este que nos ocupa y con la que,
por supuesto, está totalmente de acuerdo.
No
cabe duda de
que, aun cuando bien es
cierto que no siempre
ocurre así, en algunas
ocasiones quien
la hace la paga o
donde las dan las
toman, lo
cual en otras variantes populares puede traducirse o convertirse en
aquella otra frase algo
más gráfica y un
tanto enigmática de
que a todo
cerdo
(o puerco
o guarro,
según algunas
versiones) le llega
su San Martín. En
definitiva que, si alguien traiciona a alguien de
alguna manera, no tiene
nada de raro que se le
pague con la misma
moneda. Lo
curioso
del
caso es
que en esta ocasión
se han
repetido,
para bien o para mal, los mismos protagonistas.
Es
verdad que en ambas situaciones la
participación de ambos ha sido de
forma muy
diferente: uno de ellos,
el presidente del Real
Madrid, antes
como cooperador
esencial o necesario
(o, si se quiere, como
colaborador), y ahora,
para mayor inri, como parte activísima;
y el
otro, como sujeto activo y pasivo de los
hechos.
Porque
no hace falta recordar que el Sr. Pérez (don
Florentino)
tuvo mucho que ver en el incumplimiento contractual
por parte del Sr.
Lopetegui (don
Julen),
cuando este, que tenía contrato en vigor como seleccionador
nacional con la Federación Española de Fútbol, suscribió uno
nuevo con el Real Madrid, a espaldas obviamente de aquella. Por
eso, un servidor titulaba entonces su comentario como pacta
sunt servanda, lo
cual traducido al lenguaje vernáculo quiere decir que un contrato
obliga a los contratantes y debe ser puntualmente cumplido, según
establece el Código civil español
a través de múltiples
preceptos, algo que
lamentablemente y por
desgracia se lleva cada
vez menos. ¡Ay!,
sin don Santiago Bernabeu, que dicen
fue todo un
caballero,
levantara la
cabeza
de su tumba;
a buen seguro que se volvía a morir del susto,
añadía uno entonces
también.
Y
en aquel comentario un servidor se preguntaba igualmente si el
presidente del Real Madrid estaba tan seguro de que su ya
exentrenador iba a conseguir grandes logros en el club, a lo que el
comentarista se contestaba a sí mismo que eso era algo que estaba
por ver, pero que realmente tenía sus dudas al respecto. Y el
tiempo, que al decir de otro antiguo periodista deportivo muy
conocido (2) da y
quita razones (aquel lo repetía con machacona insistencia hasta
la saciedad), ha venido a dársela (en singular, claro) a un
servidor abiertamente, sin ambages ni paliativos. Porque, no es que
uno pretenda estar en posesión de la verdad (líbreme Dios); es
que, aun sintiéndolo mucho, es evidente que el palmarés del
susodicho personaje como entrenador, haciendo abstracción de su
curriculum como futbolista, que tampoco es para tirar cohetes ni
para echar las campanas al vuelo (3),
hacía presagiar otra cosa. Por supuesto que, así como no hay
ninguna razón objetiva para colegir que un jugador del montón no
pueda ser un gran entrenador, tampoco la hay para sacar la
conclusión de que un excelente jugador tenga por fuerza que ser un
magnífico preparador. Ahí tenemos el caso de don Alfredo Di Stéfano
(para el comentaristas el mejor jugador o el más completo de todos
los tiempos, por encima de Pelé, Maradona, Cruyff o Messi), cuyos
éxitos como entrenador no puede decirse precisamente que lo hayan
encumbrado a la cima de los más laureados de la historia como tal.
En todo caso las hemerotecas, que están para algo, dicen que, al
margen de su periplo en la selección española, el Sr. Lopetegui fue
destituido del Rayo Vallecano poco después de comenzar la temporada
2002/04 (luego el Rayo descendería a Segunda División B), por el
Real Madrid Castilla pasó sin pena ni gloria (temporada 2008/09) y
en el Oporto fue cesado a mediados de la segunda temporada (2014/16).
¡Ah!
Otra de las cosas que manifestaba un servidor en aquel comentario
es la de que no le deseaba ningún éxito en su nueva etapa al Sr.
Lopetegui, deseo en el que confiesa reiterarse sin volverse atrás
ni arrepentirse ni un ápice por ello. Lo dice uno como lo siente,
aun no estando nada bien eso de alegrarse del mal ajeno, aunque en
este caso no cabe la menor duda de que lo será menos, por cuanto
seguramente sacará una buena tajada de la rescisión unilateral del
contrato llevada a cabo por don Florentino Pérez, al que le estará
bien empleado (qué bueno y bonito sale jugar con el dinero de los
demás, porque barato ciertamente no lo es) por su falta de
elegancia en aquella ocasión. Y es que algunas crónicas hablan de
que la broma le costará al club (que no, a su presidente, claro) 6
millones de euros, que en el caso de Lopetegui dicen que serán tres
millones netos, cantidad que percibirá por no trabajar, lo cual no
está nada mal, cuando tantos españoles (y españolas también)
cobran un salario o una pensión de miseria. Y, eso contando con que
algún club no lo contrate de nuevo, porque ya se está hablando de
que pronto puede encontrar un puesto de trabajo en un país
americano.
(1)
Alfredo Relaño, en AS
(2)
José María García
(3)
En la Real Sociedad prácticamente no jugó, porque lo hizo en el
filial San Sebastián; por el Castilla, al igual que por Las Palmas
pasó sin apenas destacar gran cosa; en el Real Madrid no dejó de
ser el tercer portero jugando un solo partido; y en el Barcelona lo
hizo en cinco ocasiones a lo largo de tres temporadas, que obviamente
no le sirven para cubrirse de gloria. Donde jugó más fue en el
Logroñés y en el Rayo Vallecano (107 y 112 partidos,
respectivamente), que no son equipos de primera fila precisamente.
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