Haced y cumplid lo
que os digan, pero no hagáis lo que ellos hacen, porque ellos no
hacen lo que dicen, es la frase con que un servidor terminaba uno
de sus últimos comentarios citando precisamente un texto evangélico
(Mt 23.3). Y ahora lo dice de nuevo en alusión directa al
prestigioso escritor y periodista
D. Arturo Pérez Reverte, porque este (obviamente sin
tilde) es miembro de la Real Academia Española desde el año 2003,
según los datos de que un servidor dispone.
Y
es que, según la RAE, de la que él forma parte –hay
que insistir en ello–, los
demostrativos “este”, “ese” y “aquel”, con sus femeninos
y plurales, pueden ser pronombres cuando ejercen funciones propias
del sustantivo (Eligió este; Ese ganará; Quiero dos de
aquellas); o adjetivos cuando modifican al
sustantivo (Esas actitudes nos preocupan). Sea cual sea la función que
desempeñen, añade la Real Academia, los demostrativos
siempre son tónicos y pertenecen, por su forma, al grupo de palabras
que deben escribirse sin tilde según las reglas de acentuación. Y
algo similar prescribe respecto
a la palabra
“solo”, sea esta pronombre
o adjetivo; es decir,
que, al tratarse de una palabra llana terminada en
vocal, ha de seguirse las reglas generales de
acentuación, por lo que no debe llevar tilde, salvo
que en un mismo enunciado pueda interpretarse como adjetivo o
como adverbio, en cuyo último caso se utilizará
obligatoriamente la tilde para evitar ambigüedades. Y,
como ejemplo, la RAE cita la frase “estaré solo (o
sólo) un mes”, aclarando que
llevará tilde si se ha querido decir que “estaré
solamente un mes”, no si
“estaré un mes sin compañía”. En
el caso de los demostrativos la Real Academia pone como ejemplo la frase
Por qué compraron aquellos (o aquéllos)
libros usados; si
“aquellos”,
explica,
se refiere a “los libros”
no llevará tilde, pero si “aquellos”
hace alusión al sujeto de la oración, en este caso elidido
o no expreso, debe
de llevarla.
Pues bien, en uno de sus
últimos artículos –de la serie Patente
de corso que
escribe en la revista XL
El Semanal–,
concretamente el 21/11/2016 titulado Una
historia de España (LXXV),
Pérez Reverte escribía
cosas como estas (que
uno lo pone
sin tilde obviamente):
….”Y su favorito
de toda la vida era el general Franco. Ante esa evidencia, la junta
rebelde acabó cediendo a éste
(con
tilde o
con acento,
¡toma
ya!) los
poderes, que se vieron reforzados -aquel espadón gallego y bajito
era un tipo con suerte- porque los generales Sanjurjo y Mola palmaron
en sendos accidentes de aviación”. Lo
curioso es que luego diga –por lo de la
fe, claro– que
“Franco puso
en marcha, paralela a la acción militar, una implacable política de
fascio-militarización nacional basada en dos puntos clave: unidad de
la patria amenazada por las hordas marxistas y defensa de la fé
(entonces
fé
aún se escribía con acento)
católica, apostólica y romana”.
En
el artículo del 14/11/2016 titulado La merienda del niño
decía: ...”Mi amigo Paco -lo llamaremos Paco para no
complicarle más la vida- es divorciado desde hace tiempo, de ésos
(con tilde o
con acento, ¡ele!)
a los que la mujer, un día y como si no viniera a
cuento, aunque siempre viene, le dijo: «Ahí te quedas, gilipollas,
porque me tienes harta», y se largó de casa”...”Paco tiene mala
imagen en el cole de su hijo. Seguramente se debe a que el curso
pasado, en la fiesta de Halloween, o de Acción de Gracias, o del
Ramadán, una de ésas (con
tilde o con acento,
sí señor)
-Navidad o Reyes no eran, seguro, pues no se celebran para
no ofender a los padres y niños no creyentes-, a Paco se le
ocurrió vestir a su hijo, que le tocaba en casa ese día, con un
parche en el ojo y una espada de plástico….Los carbohidratos,
naturalmente, sólo (con
tilde o con acento,
eso es) se consienten en los cumpleaños; y según
cuenta Paco, basta pronunciar la palabra Nocilla para ganarte una
oleada de miradas asesinas”.
Y,
para no hacer interminable el
comentario –porque hay
más–, en el artículo de 7/11/2016 bajo el título Una
historia de España (LXXIV), escribía:
….”Con la mayor parte del ejército en rebeldía,
secundada por falangistas, carlistas y otras fuerzas de derecha,
sólo (con
tilde o con acento,
¡caramba!)
las organizaciones políticas de izquierda, en unión de
algunas tropas leales, guardias de asalto y unos pocos guardias
civiles no sublevados, estaban preparadas para hacer frente al
asunto”.
¿Acaso será que en su
momento en la Real Academia el sr. Pérez Reverte se manifestó en
contra del criterio de los demás académicos, a semejanza de un
tribunal colegiado –en el que hay varios magistrados lógicamente–
en el que uno de ellos emite su voto particular en sentido contrario
a la sentencia? Eso sí, en su artículo de 3/10/2016 titulado No
siempre limpia y da esplendor –en el que escribía, (con
tilde o con acento, como está mandado) Sólo
recuerdo un caso en trece años…–
aseveraba que en la Academia los
acuerdos se toman por unanimidad o mayoría.
Por ello, ¡viva la coherencia!
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