El
17 de abril de 2019 falleció en Málaga, ciudad en la que había
nacido hacía 91 años don Manuel Porras Alcántara, más conocido
como Manuel Alcántara. Y este comentarista ha querido consignar
adrede su nombre completo, porque este no figuraba (de forma
incomprensible, que todo hay que decirlo) en ninguna de las seis
esquelas que aparecieron el día siguiente, un fatídico Jueves
Santo de ese año, en el diario SUR, del que fue columnista desde el
1 de junio de 1989, es decir, cerca de seis lustros, o lo que es lo
mismo, escribiendo todos los días de lunes a domingo durante casi
tres décadas. Por lo tanto, si a eso añadimos que ya venía
haciendo lo propio treinta años atrás, ello significa que a lo
largo de sesenta anualidades pudo escribir, al decir de SUR, en
torno a los 20.000 artículos, que evidentemente no está nada mal.
Por cierto, en algún comentario de prensa se ha titulado sobre él
con gracejo (el mismo de que hacía alarde nuestro ilustre poeta y
escritor) que boxeaba día a día frente a las palabras, algo
que cuadra muy bien con su afición por el pugilismo, porque uno,
que ya tiene sus añitos, lo recuerda escribiendo en el
periódico MARCA sobre el deporte de las doce cuerdas o del
cuadrilátero, del que dicen que Ignacio Ara fue un auténtico
catedrático.
Un
servidor ha tenido ahora el enorme placer y la inmensa fruición de
releer 18 de los artículos de don Manuel Alcántara gracias al
trabajo y al esfuerzo de otro gran escritor, también
colaborador de SUR, cual es .don Pablo Aranda. Y ha querido parar
mientes en uno de ellos (el número 13, que bajo el título 'Órdenes
de captura' parece ser que apareció publicado en el citado
diario el 23 de diciembre de 2016), porque le ha llamado la atención
una frase un tanto sorprendente en un autor tan estupendo y
admirable, aparte de tan prolífico; de hecho estaba considerado
como maestro de maestros periodistas. Y, a pesar de carecer de título
universitario (1),
como poeta y escritor recibió innumerables premios y distinciones,
cuya relación sería prácticamente imposible relacionar en el
reducido espacio de este comentario. Uno se atreve a decir sin
ambages y sin miedo a caer en lo hiperbólico, que, a su modo de
ver, ha sido el mejor comentarista de prensa escrita, de artículos
de opinión breves eso sí, por encima de otros escritores de
reconocida fama y prestigio, caso del desaparecido don Camilo
José Cela (2),
o del todavía vivo don Antonio Gala (3)
por hacer alusión a solo dos de los más conocidos en el mundo del
periodismo.
Hay
que apresurarse a decir que en el citado artículo destaca una vez
más, como no podía ser de otro modo, ese juego de palabras y esa
fina ironía, a veces mordaz, de que siempre hacia gala el que es
hijo predilecto de Málaga y su provincia (4).
Así, por ejemplo, en él se podían leer cosas como estas: 'Cuando
las cosas no pueden solucionarse de otra manera, siempre queda un
recurso último, resolverlas con dinero';
'el
atacante del mercadillo navideño al parecer era un tunecino y, por
lo tanto, un sospechoso';
'él
hospedaba
una sola idea en su cabeza, encarcelada por un turbante disfrazado de
pañuelo';
'cómo
atrapar a los malos si son más que los buenos';
'los
más pesimistas, entre los que yo no me encuentro, para que no me
encuentren ellos, creen que el mundo no tiene arreglo, pero ignoran
quién lo desarregló';o
'hay
que reintegrar los millones
que cobraron algunos de más y otros de menos',
etc..
La
frase
en cuestión, y
a la que un servidor hacía referencia,
forma
parte de una oración más amplia, cuyo texto reza así:
“La banca está negociando en España cómo devolver
la cláusula
suelo, que tiembla bajo nuestros pies y que ya no sabemos dónde
ponerlos ni para qué
los queremos, sino
es para huir”.
Y
es
que, salvo que se trate de un error de transcripción, para
este
humilde comentarista
la expresión
correcta
sería 'si
no es para huir'
o,
en todo caso,
'sino
para huir'
sin
más; nunca
'sino
es para huir'.
No
podemos olvidar que 'sino'
(haciendo
abstracción de que
dicho término funciona,
igualmente, cual es bien sabido, como
sustantivo con el sentido de
'hado',
o
'en
la tradición clásica fuerza desconocida que obra irresistiblemente
sobre los dioses, los hombres, y los sucesos'
(5),
y
también 'fuerza
desconocida que actúa sobre las personas y determina el desarrollo
de los acontecimientos)
es
una conjunción adversativa que se escribe como una sola palabra y
que se usa, principalmente, para contraponer un concepto a otro, cual
en la oración 'No
estudia, sino que trabaja', en
tanto que
'si no' lo
que hace es introducir una oración condicional negativa,
caso
de 'Nunca
aprobará,
si
no estudia'.
Desde
luego es bastante frecuente leer en los medios de comunicación
grafías equivocadas como
'Se
habrían autorizado las obras,
sino
hubiera intervenido el juez',
o
'El secretario no fue expulsado, si
no que dimitió';
porque
debió
haberse escrito
'Si
no hubiera intervenido el juez¡.
o
'
sino
que dimitió'.
Y,
dicho
sea de paso,
una
forma sencilla de saber
cuándo debe escribirse 'si
no'
en
vez de
'sino'
es
si,
al
intercalar
entre 'sí'
y 'no'
cualquier
otro
elemento,
no
se
pierde
el sentido de la expresión.
En
caso
de haber
escrito,
por ejemplo, 'Si
(el juez) no hubiera intervenido'.
. .,
no se habría modificado ni un ápice el significado de lo que se
había
querido
decir. Y,
en la frase de marras, en
la que
podría decirse 'Si
(alguien) no lo hace para huir',
vemos que aquel tampoco habría cambiado.
(1)
Con 18 años entró en la universidad de Madrid para
estudiar Derecho,
pero
dejó
inacabada la carrera.
(2)
Camilo José Cela y Trulock nació en la parroquia coruñesa de
Iria Flavia (Padrón), inició
la carrera de Medicina (que no terminó) y murió en
Madrid el 17 de enero de 2002 con 85 años.
(3)
Nacido en 1930 en el
municipio ciudadrealeño de Brazatortas, su
nombre completo, según consta en alguna biografía, es el de
Antonio
Ángel Custodio Sergio Alejandro María
de los Dolores Reina de los Mártires de la Santísima Trinidad
y de Todos los Santos. Es
Licenciado en Derecho, así como en Filosofía y Letras, por
Universidad de Sevilla y en Ciencias Políticas y Económicas
por la de Madrid. Reside a
ratos en
Córdoba y en el
pueblo de Alhaurín el Grande de Málaga,
ciudad de
la que es hijo adoptivo mediante
título otorgado en febrero del año 2015.
(4)
Fue nombrado por la
Corporación Municipal y la Diputación Provincial en 1979 y 1999,
respectivamente.
(5)
Primera acepción del término en el diccionario de la RAE.
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