En ningún momento a uno
le gustaría lo tildaran de petulante ni, por supuesto, tampoco
quisiera dar la sensación de que pretende hablar ex cátedra,
que para eso ya está el Papa. Pero sí, desde luego, recomendaría
a algunos periodistas —o
seudoperiodistas vaya usted a saber—
que leyeran la entrada que un servidor dedicó en su blog al
tema del uso del articulo o del adjetivo masculino delante de un
determinado sustantivo femenino cuando este empieza por a o
por ha tónica.
Un servidor no puede resistirse traer a colación
aquí aquellas resoluciones judiciales, cuando hace tiempo ejercía
la abogacía, —lamentables
desde el punto de vista lingüístico—,
que firmaban sin rubor quienes se autodenominaban a sí mismas la
secretario judicial, —sí,
sí, no es un error, lo ha dicho uno bien—, como modelo a evitar de
la llamada concordancia vizcaína,. que no hace falta
recordar es la que usa mal los géneros de los sustantivos,
aplicando el femenino al que debe ser masculino, y viceversa. Y
es que, —que uno sepa—,
el vocablo secretario, ni como sustantivo ni como
adjetivo, no puede considerarse epiceno ni nunca fue un nombre común
en cuanto al género.
Al comentarista le sigue llamando poderosamente la
atención que en ciertas profesiones de formación universitaria
ejercidas por mujeres, —juezas
o médicas son dos claros ejemplos—,
no se emplee como norma siempre el género femenino al
referirse a ellas, pues a veces incluso no se hace así por las
propias interesadas, sin que los defensores del feminismo hayan
alzado jamás su voz en contra, como a su vez se hace por quienes
reivindican el uso del plural para referirse a ambos sexos, que en
el caso de los parados y las paradas en concreto hasta
chirrían en el oído. Y es que, si bien en la situación de las
primeras, todavía sería admisible por ser nombre perteneciente al
género común, en el de las segundas ya no lo es al decir del
Diccionario Panhispánico de Dudas. En efecto, sobre el término juez
indica que es la
persona con potestad para juzgar y sentenciar,
añadiendo que por su
terminación, es común en cuanto al género (el/la juez), pero se
usa también, incluso en el nivel culto, el femenino específico
jueza; sin
embargo, en cuanto a la de médico/ca, señala que es
la persona que ejerce la medicina, cuyo femenino es
médica, no debiendo emplearse el masculino para
referirse a una mujer, es decir, la médico. Por
cierto, es curioso observar que, en tanto en otras profesiones como
arquitecto o
ingeniero, —aparte
también la de médico—,
la RAE en la nueva edición del Diccionario ha suprimido la
referencia que antes hacía a que se usa también la forma
en masculino para referirse al femenino,
en la hipótesis de abogado
se ha seguido manteniendo aquella alusión, con lo cual no habría
obstáculo para poder seguir diciendo correctamente la
abogado o la abogada,
postura que está en franca
contradicción con la propia Academia, puesto que en su
D.P.D. —evidente
supuesto de antilogía—
afirma que no
debe emplearse el masculino para referirse a una mujer, esto es, la
abogado. Y
es sorprendente también que en ciertos oficios como soldador
o albañil
no se recojan
las formas soldadora
o albañila, —y
no es que esta última aparente palabreja
suene mal, porque sí se
admite en la acepción relativa a la
abeja albañila—,
cuando en cambio se acepta la de carpintera
o mecánica.
El
tema es que de nuevo, en un medio de comunicación escrito —en
este caso deportivo, pero que en nada empece a la cuestión en sí,
ya que tan formados
debieran estar unos profesionales como otros, sean de Marca,
de El
Mundo,
de El
País o
del sursuncorda—,
se
podía leer hace poco el titular periodístico de la
bronca de Pep Guardiola a la cuarto árbitro.
Es
verdad que luego en la noticia se hablaba de la
cuarta árbitro,
pero eso no mejoraba mucho el
desaguisado,
ya que el término árbitro
no es un nombre común en cuanto al género, sino que admite tanto
el género masculino como el femenino, es decir, el
árbitro
y la árbitra.
Alguien podría argüir
entonces que eso cuadra poco con la teoría general, —esbozada
al principio y tratada por un servidor en su comentario ¿el
otro arte o la otra arte?—,
referente al uso del articulo o el adjetivo masculino
delante de un sustantivo femenino cuando este empieza por a o
por ha tónica. Y aparentemente es así, pero . . Pero no lo
es; porque, volviendo al Diccionario Panhispánico de Dudas, —uno
tiene que confesar su obsesión por acudir a dicha herramienta de
consulta—, este dice que con
los sustantivos referidos a seres sexuados que han comenzado a usarse
en femenino en los últimos años, no funciona ya, de manera
espontánea, la norma que tradicionalmente asigna a los sustantivos
femeninos que comienzan por a tónica la forma el del artículo. La
mayoría de los hablantes, —continúa
diciendo—,
dicen la árbitra, marcando el género de forma regular en el
artículo, a la vez que queda explícito este en la terminación
femenina del sustantivo. Y destaca igualmente que lo mismo
ocurre con el indefinido, que suele usarse en la forma plena una:
«Es la primera vez que una árbitra participa en una olimpiada».
Es más, antes al referirse a la definición de árbitro/a
dice que es la persona encargada de decidir y solucionar un
conflicto entre distintas partes o el profesional que vela por el
cumplimiento del reglamento en un encuentro deportivo, para
concluir afirmando de forma tajante que el femenino es
árbitra,
así como que no debe emplearse la
forma masculina para referirse a una mujer, esto es, la árbitro.
Pues dicho queda.
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