Como
fácilmente podrá
apreciarse,
pues, las diferencias más significativas entre
la primitiva
división territorial
de
España
y
la actual
se
han centrado en las
regiones (hoy
en día llamadas
Comunidades
Autónomas),
porque en las provincias tan solo ha existido
la
ya
citada en el anterior comentario:
la
de
las Islas Canarias. Antes,
sin embargo, hubo un intento de regionalizar
la península dividiéndola
en
once gobiernos
generales, a
propuesta
de
Patricio
de la Escosura,
ministro de la Gobernación en
varias ocasiones en
la época del
general Narváez como
jefe del Ejecutivo, mediante
un Decreto promulgado
el
29 de setiembre
del
año
1847 y que no llegó a cuajar porque fue suspendido
ese
mismo año. Teóricamente
lo
hubieran
formado:
Andalucía,
con
capital
en
Sevilla,
compuesto
por las provincias
de Sevilla, Córdoba, Cádiz y Huelva; Aragón,
con capital en Zaragoza, formado por las provincias de Zaragoza,
Huesca y Teruel;
Burgos,
con
capital en la
misma ciudad burgalesa,
configurado
por
las provincias de Burgos Santander, Logroño y Soria;
Cantabria,
con
capital
en
Pamplona, integrado
por las provincias de Navarra, Álava, Guipúzcoa y Vizcaya; Castilla
la Nueva, con
capital
en Madrid, que
comprendería
las provincias de Madrid, Cuenca, Segovia, Guadalajara, Toledo y
Ciudad Real; Castilla
la Vieja, con
capital en Valladolid, constituido
por las provincias de Valladolid, León, Palencia,
Salamanca, Zamora, Ávila y Oviedo; Cataluña,
con
capital en Barcelona, conformado
por
las provincias de Barcelona,
Lérida, Gerona y Tarragona; Extremadura,
con
capital en Badajoz, que
abarcaría
las provincias de Badajoz y Cáceres; Galicia,
con
capital en La Coruña,
que
incluiría
las provincias de La Coruña, Pontevedra, Lugo y Orense; Granada,
con
capital en la
ciudad de la Alhambra,
que
englobaría
las provincias de Granada, Málaga, Almería y Jaén; y Valencia
y Murcia,
con
capital en la
propia ciudad valenciana, que se extendería
a
las
provincias de Valencia, Murcia,
Alicante, Albacete y Castellón. Y
en cuanto a
las
provincias insulares
no
se esbozaba
nada
al
respecto,
si
bien se
supone
que en
pura lógica, y por razones de distancia
o lejanía,
cada
archipiélago habría
tenido su propio sistema específico de gobierno.
En
definitiva,
y
haciendo abstracción de lo anterior, lo
que importa para el presente comentario es que el
cambio operado entre la
primera
configuración de
las regiones de
1833 y las actuales comunidades
autónomas de
hecho ha
afectado tan
solo a
las
de
Castilla
y León, a la de Castilla-La Mancha y a la
Región
de
Murcia.
Así,
a
la
antigua
Castilla la Vieja (por
ahora todavía,
Castilla
y León)
se
incorporaron
las tres provincias leonesas (León, Salamanca y Zamora),
pero
se desmembraron de
ella
las de Logroño y Santander, que constituyen las actuales Comunidades
de La Rioja y Cantabria; de
la
de Castilla-La
Mancha
(la
anteriormente
llamada Castilla la Nueva) se
separó la
provincia
de
Madrid
para
erigirse
en
comunidad independiente,
pero por contra a la misma se
incorporó
la provincia
de Albacete,
que
a
su vez
se había
desgajado
de
la
de
Murcia;
y,
esta,
Murcia,
con la
pérdida
de Albacete, ha quedado reducida a una sola provincia, constituyendo
la Región de su mismo nombre. Por
lo tanto, al
menos de
momento, de
la primera
Comunidad citada
forman parte las
provincias de Ávila,
Burgos, León, Palencia, Salamanca, Segovia, Soria, Valladolid y
Zamora,
la
más vasta
tanto en extensión superficial
como
en número de provincias y municipios, aunque no en habitantes (1);
de
la segunda,
las provincias de Albacete,
Ciudad Real, Cuenca, Guadalajara y Toledo;
y
la
tercera está constituida exclusivamente por la provincia de Murcia.
Por
último, y
como colofón, al
comentarista
los
referidos cambios le sugieren algunos
apuntes, siguiera sean
como curiosidades:
a)
la
modificación operada
en
los nombres
de
determinadas
provincias,
casos
de A
Coruña, Girona, Lleida, Ourense
y
Castellón, esta
última por su desaparición del calificativo de
la Plana
(2);
b)
las
Comunidades uniprovinciales,
que antes eras tres (Asturias, Baleares y Navarra), actualmente son
siete, puesto que a las ya
mencionadas
hay que añadir las de
Cantabria,
La Rioja, Madrid y Murcia;
c)
Murcia
y Madrid
son
las dos
únicas
Comunidades
en
que comunidad,
provincia
y
capital
coinciden en
el
nombre,
porque
en
Asturias, como
se sabe,
la
capital es
Oviedo,
la
de Baleares
es
Palma de Mallorca, la de Cantabria
es
Santander, la
de La Rioja es
Logroño
y
la
de Navarra es
Pamplona;
d)
Murcia,
lo
mismo que
Asturias, no ostenta la denominación de Comunidad Autónoma, puesto
que la
murciana lo hace como Región,
en
tanto que la
asturiana
recibe
el nombre de
Principado;
e)
la
capital de cada Comunidad no siempre radica en la capital de
provincia o de
la provincia más importante (salvo
en Andalucía
con Sevilla, en
Aragón
con Zaragoza, en Asturias con Oviedo (3),
en Baleares con Palma de Mallorca, en
Cantabria con Santander, en
Cataluña con Barcelona,
en
La Rioja con Logroño, en
Navarra con Pamplona,
o
en Madrid, Murcia y Valencia con sus respectivas capitales),
puesto
que en Extremadura, Galicia
y
el País Vasco se
localizan en
Mérida,
Santiago
de Compostela y
Vitoria
(las
dos primeras no
son, como se sabe, capitales
de sus correspondientes provincias),
y que ni
siquiera tampoco
constituyen,
por otra parte,
las
ciudades
más populosas de
dichas
provincias o regiones,
puesto que en
su caso son
Badajoz,
Vigo y Bilbao, respectivamente;
f)
tanto en
Castilla-La Mancha como
en
Castilla y León no existen
oficialmente capitales
reconocidas
(bien es verdad que la sede institucional
de
una y otra se ubican en Toledo y Valladolid);
g)
y, finalmente,
la
capital
de
Canarias es
compartida
a
un tiempo por
Santa
Cruz de Tenerife y Las Palmas, en
las islas de Tenerife y de
Gran
Canaria.
Loquente
locuto, proposito finito.
(1)
Mientras la extensión superficial
de Andalucía (con
8 provincias) supera
los
87.200 km2,
la de Castilla y León (con
9) es
de más
de 94-200, si bien el número de habitantes de la primera (en sus
785 municipios) supera los 8.384.000, en tanto que
la
segunda (con 2.248) es de 2.409.000. (2)
Las
provincias
vascas
en ocasiones aparecen
en
la prensa escrita, cuando
lo hacen en
euskera, como
Áraba,
Gipukoa
y
Bizkaia;
y
las
capitales de
las dos primeras como
Gasteiz
y Donostia,
pues
la
de
Bilbo
apenas casi
ni se
ve en
la propia capital
vizcaína
. .
(3) No
obstante ser Gijón la ciudad con más habitantes, la
capital radica
en Oviedo,
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