domingo, 28 de agosto de 2016

EL USO, O EL MAL USO, DE LOS VERBOS

En los tiempos en que un servidor iba a la escuela, hace ya muchísimos años, aprendió que oración gramatical es la palabra o grupo de palabras con que se predica una cosa de otra, afirmativa o negativamente (Enciclopedia Dalmau Carles); o la palabra o conjunto de palabras que tiene sentido cabal (Editorial Luis Vives). En la actualidad, el Diccionario de la RAE define como oración, en su acepción 5ª que alude a la Gramática, la estructura formada por la unión de un sujeto y un predicado. Pero, esto ciertamente es relativo, porque en ocasiones el sujeto puede estar elíptico o elidido; incluso, puede no existir, caso de las oraciones impersonales, cual ocurre en los llamados verbos meteorológicos, como llover, ventear, nevar, granizar, etc.; algunas oraciones con los verbos ser y hacer, como es mediodía o hace mucho calor; u otras oraciones construidas con la partícula sesiempre que no se trate de oraciones reflexivas, que es otra cosa– cual puede ser se avisó del peligro a los vecinos, por ejemplo. En cualquier caso los estudiosos del tema sostienen que es imprescindible que el verbo esté siempre presente, en el sentido de que no puede faltar, lo cual también es verdad a medias, porque en el inciso segundo de la frase María estudia Biología; y su hermano, Derecho no existe verbo de forma explícita, aun cuando sea cierto que está sobreentendido.

Pero, disquisiciones aparte, uno a lo que iba en este comentario es al mal uso que se hace del verbo –o al que ni siquiera se hace–, no ya en las redes sociales, sino en los medios de comunicación, a veces hasta por prestigiosos locutores de radio o de televisión. Es la situación, por citar una en concreto, del pretérito perfecto simple –otrora llamado pretérito indefinido– y el pretérito perfecto compuesto, para referirse a acciones pasadas. Si yo digo, pongo por caso, que el miércoles he visto el partido de fútbol por la tele estoy hablando de forma inadecuada, porque tendría que decir el miércoles vi el partido de fútbol. Sin embargo, si quiero expresar la idea de que esta semana fui al cine, es más correcto decir que he estado en el cine, no que estuve en el cine. Ello se justifica porque, cuando se trata de acciones que el hablante considera cercanas al presente como en esta última frase, lo ortodoxo es usar el pretérito perfecto compuesto; en cambio, en la hipótesis anterior estamos ante el supuesto de una acción referida al pasado, aunque aparentemente esté menos lejana en el tiempo, por lo que debe acudirse al pretérito perfecto simple (antes pretérito indefinido).

Es curioso observar cómo el pretérito anterior, que sigue existiendo como tiempo perfectivo según la RAE, –la locución cuando hubo terminado de hablar. . . es un claro supuesto–, prácticamente ha caído en desuso, igual que lo ha sido el futuro de subjuntivo. En realidad este último –la conjugación perifrástica como tal apenas se aprende en la escuela–, ha quedado reducido al campo jurídico y legal, más si cabe al segundo de los citados; de hecho casi todos los delitos sancionados en el Código penal, el que matare, el que sustrajere, el que se apropiare, etc–, están redactados de esa guisa. Y en la hipótesis del pretérito anterior quizás se deba a que, salvo en el registro culto, su uso ha sido reemplazado por otras formas verbales, cual puede ser el pretérito pluscuamperfecto, el indefinido o, incluso, hasta el infinitivo, –la expresión nada más terminar de comer se acostó es un ejemplo–, al que cabría dedicarle un capítulo aparte.

Otra cuestión a considerar es que, aunque el sujeto debe concordar con el predicado verbal en numero y persona, en ocasiones esto no siempre sucede así, cual es el caso de ustedes, –plural del pronombre personal de tercera persona–, en que no es infrecuente comprobar que el verbo se coloca en segunda persona. Expresiones como ustedes lo habéis visto, u otras similares, –en vez de ustedes lo han visto, que sería lo correcto--, es usual en el habla normal, bien es verdad que dicha situación prácticamente solo se da en el argot popular y apenas poco o nada en el lenguaje erudito.

Por cierto, a uno le ha llamado la atención que en el Diccionario de la RAE, al desplegar las conjugaciones de los verbos, no aparezcan los tiempos compuestos, limitándose a decir en la definición de los mismos que estos están constituidos por dos formas verbales, el auxiliar del verbo haber y el participio pasivo del verbo que se conjuga. E igualmente le ha sorprendido que en dichas conjugaciones no aparezcan ya ni el futuro de infinitivo ni el imperativo plural de primera persona: haber de amar, haber de temer o haber de partir, y amemos nosotros, temamos nosotros o partamos nosotros de aquellos modelos de referencia de mis tiempos mozos.


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