Junto con
el gerundio y el
participio –el llamado también participio pasado o pasivo, porque
el antiguamente conocido como activo
o de presente, de
procedencia latina y terminado en -nte,
se
ha integrado casi por completo en la clase de los adjetivos o
sustantivos, caso de estudiante, presidente
(o presidenta, que también es correcto decir, aunque se tienda a
eludirlo), etc.–, el infinitivo se engloba
también dentro
de las formas no personales del verbo,
–el anteriormente denominado
de
presente,
pues
el de pretérito
y el de futuro
no
figuran ya en
las
conjugaciones–, que
se llaman
de ese modo por carecer
de contenido temporal y
modal, así como de persona y número, en
contra de lo que ocurre con los tiempos de indicativo, subjuntivo e,
incluso, imperativo.
De hecho se
puede decir que el
infinitivo posee
una triple
naturaleza, por cuanto
puede formar
parte indistintamente
de
sintagmas nominales o
verbales (el
rojizo
atardecer
o
llegar tarde,
por ejemplo),
aparte de constituir
locuciones o
perífrasis verbales
(echar
en falta
o hubo de
regresar,
por citar
sendos supuestos
concretos
de una u otra).
Y,
por
otro
lado,
las
funciones
del
infinitivo
en
la oración son múltiples igualmente.
Así, en concreto, puede hacer de sujeto
(El
cantar del
ruiseñor es dulce);
de atributo (Vivir es luchar);
de complemento predicativo (La
escuché llorar);
de complemento directo (Quiero comprar
un coche); de complemento
indirecto (Dedicó su vida a hacer el
bien); de complemento circunstancial (Se
fue sin comer);
de complemento del nombre (Me gusta su manera de vestir);
de complemento del adjetivo (Es doloroso de
contar);
o de complemento del adverbio (Se marchó después de
saludar).
En
ningún caso el
infinitivo debe usarse como verbo principal de una oración, algo
que por
desgracia sucede
con frecuencia en los medios de comunicación, sobre
todo en los hablados.
De ahí
que
esa forma de dicción conocido
como infinitivo
introductorio o infinitivo
fático
haya sido
bautizada
por algún
prestigioso articulista, con
singular originalidad
sin duda,
como
infinitivo
radiofónico,
porque en
su opinión tal
hábito horrísono comenzó con los cronistas deportivos.
En mi
opinión,
–decía
otro
comentarista–,
me
imagino
estar
viendo a un
sujeto
plantado detrás de un micro
(hoy
habría que añadir
delante de una cámara televisiva)
intentando ser culto, fresco, actual y supercomunicativo, mientras
se
inventa
usos
del lenguaje como quien amasa plastilina. Es
el
caso
principalmente de
los llamados verbos
de decir, –entre
los que se encuentran, además de este,
otros verbos como
expresar,
recordar, destacar, añadir, informar, manifestar, indicar, afirmar,
declarar,
etc.--, pues
es habitual oír en
los medios audiovisuales frases
tan
frecuentes como incorrectas,
cuales informarles
de que se ha cancelado la visita del Primer Ministro, destacar
la gran actuación del delantero X,
o
recordar por
último que
mañana conoceremos los datos del paro, etc.
A
señalar, –omitiendo adrede el verbo principal, por aquello de
venire
contra factum proprium,
claro
está–, que una
de las posibles fórmulas
adecuadas
podría
ser
les
informamos de que…, hay
que destacar la gran actuación…, o
les
recordamos que mañana….
Se
hace preciso reseñar,
en
fin, que es desaconsejable
el
empleo del
infinitivo en lugar del imperativo de segunda persona del plural, si
bien esto
no
debe confundirse con la aparición de aquel con valor exhortativo en
indicaciones, advertencias, recomendaciones o avisos dirigidos a
interlocutores
o
colectivo
indeterminados,
habituales en las instrucciones de uso de los aparatos, en
las
etiquetas de los productos o en
los
carteles que dan indicaciones, en
cuyo caso sí son admisibles según
la RAE. Sin
embargo, a criterio de la misma Institución,
cuando
se da una orden a una
persona o
a varias,
–es
igual, por
ende,
que
el mandato sea
en
singular o en
plural–,
deben usarse las formas propias del imperativo, si la oración es
afirmativa, que
a veces puede ir
introducida por la conjunción “que”
como
en caso de que
¡te calles!;
y,
si
la oración es negativa o se dirige a un interlocutor al que se trata
de usted, debe
acudirse a
las formas correspondientes del subjuntivo. No se considera
ortodoxo,
pues,
en el habla esmerada el uso del infinitivo en lugar del imperativo
para dirigir una orden en
segunda persona del plural, como se hace a menudo en el habla
coloquial. ¡Ponerse
el pijama y dormirse
cuanto antes!, por
ejemplo,
como
una orden o un mandato, es de todo punto rechazable;
debe decirse poneos
el pijama y dormíos.
Para
la RAE solo
es válido el empleo del infinitivo con valor de imperativo dirigido
a una segunda persona del singular o del plural cuando aparece
precedido de la preposición “a”,
uso
propio de la lengua oral popular:
¡Tú, a
callar! o
¡Niños,
a dormir!
Pues,
si no a dormir, uno se va a callar, dando por concluso el tema, que
Deo volente espero no haya resultado un poco rollo o
hasta un mucho coñazo.
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