lunes, 16 de octubre de 2017

UNA DE LATINAJOS

  Cualquiera que tenga unas mínimas nociones de latín sabe perfectamente que el adjetivo concuerda con el sustantivo en género, número y caso. Así lo aprendió uno de pequeño en el Seminario, donde se formó (cosa que lleva totalmente a gala y con total orgullo) y donde adquirió los pocos conocimientos que tiene, aun cuando estos en realidad no sean muchos o demasiados, pues, si al gran sabio griego Sócrates se le atribuye la célebre frase de scio me nihil scire, es decir, solo sé que no sé nada, (lapidario aserto que se deriva de lo relatado por el no menos grande filosofo Platón sobre su maestro, pues este no dejó nada escrito), ya me dirán lo que puede saber un servidor.
 
 De hecho en español sucede prácticamente igual, como de esa guisa se recogía en las antiguas enciclopedias, si bien hoy en día, por aquello del lenguaje cada vez más sofisticado, se habla de la congruencia formal que se establece entre las informaciones flexivas de dos o más palabras relacionadas sintácticamente, idea que el comentarista tiene sus dudas en cuanto a que el estudiante que se inicia en el estudio de nuestro idioma llegue a captar el significado de la definición. Lo que ocurre es que lo del caso obviamente se nota de forma más gráfica, por así decirlo, en latín que en español. Si uno dijera, por ejemplo, 'la casa de mi amigo', es evidente que 'de mi amigo' está en 'genitivo' por lo de la preposición 'de'; pero, si lo dijera en latín, o sea, 'domus mei amici', lo del genitivo ofrece bastantes menos dudas y es mucho más clarificador.
 
 El preámbulo anterior le ha servido a uno de excusa, o le ha venido como anillo al dedo, para introducir el tema que le ha dado pie para pergeñar el presente comentario. Y es que hace unas fechas, con motivo de la movida que se está viviendo en Cataluña, en un prestigioso Diario a nivel nacional se podía leer un titular donde figuraba la expresión tras la independencia interruptus. No cabe duda, o al menos da la impresión, de que la citada locución (híbrida entre española y latina) está influenciada por lo del 'coitus interruptus', expresión que tal cual figura recogida como frase hecha en el diccionario de la RAE. Pero obviamente, si se acude a un latinajo, aunque sea a medias, lo ideal es que se haga con pleno conocimiento de lo que hace (el adjetivo 'interruptus' es de los que en latín se conocen como de tres terminaciones, ergo es ocioso añadir nada más); por ello, en caso de que aquel no se conozca bien, es preferible abstenerse de utilizarlo, ya que esa aparente erudición de la que se alardea (digna del mejor encomio y entusiástico aplauso, si se se emplea de forma ortodoxa) lo normal es que se te vuelva en contra, si se emplea mal. Porque, claro, no podemos olvidar que el vocablo latino 'coitus' pertenece al género masculino, mientras que la palabra española 'independencia' se corresponde con el femenino; en consecuencia, hacer una mezcolanza semejante (después en el texto del comentario se repite la expresión, lo cual demuestra que no es un lapsus aislado) no deja de ser una especie de concordancia vizcaína que, por otra parte además, chirría a los oídos.

  Lo malo de ello, en opinión del comentarista, no es que el autor de la expresión sea Licenciado en Ciencias de la Información, que parece ser que lo es, según ha podido uno saber; lo peor de todo es que un servidor también ha podido conocer que aquel ha impartido cursos de formación en la Escuela de Periodismo UAM-El País; porque es evidente que así luego nos luce el pelo en cuanto a los números que quedan reflejados en el escalafón nada halagüeño acerca de los resultados obtenidos por nuestras Universidades, ninguna de las cuales figuran entre las doscientas primeras del mundo, según datos publicados por el ranking de Shangai, una de las clasificaciones mundiales más reconocidas en lo que a excelencia universitaria se refiere.

  Existen otras expresiones latinas que igualmente se emplean erróneamente a nivel periodístico y de tertulianos televisivos, cuales pueden ser 'a grosso modo', 'contrario sensu' o 'sensu contrario', 'de corpore insepulto', 'de ipso facto', 'desde ab initio', 'latu sensu' o 'senso lato', 'motu propio' o 'de motu proprio', 'mutatis mutandi', 'qui pro quo', 'status quo', 'strictu sensu' o 'senso stricto', 'urbi et orbe', etc. Pero esto sería tema de otro comentario (1). Por cierto que sobre la última de las citadas expresiones uno no puede hacer abstracción de que hace tiempo tuvo un absurdo intercambio epistolar (vamos, una especie de 'diálogo de besugos') con cierto columnista de prensa porque este, a quien un servidor censuró que no la empleara de forma correcta, no tuvo otra salida que decir que Pío Baroja lo usaba así, argumento un mucho inconsistente y un tanto infantil, por cuanto el conocido novelista vasco, cuya formación académica era la de dico (2), probablemente tendría vastos conocimientos en otras ramas del saber, pero los tendría menos (un servidor no va a asegurar que fueran bastos) sobre la lengua del Lacio. ¡Qué le vamos a hacer!

  Y, como colofón al presente comentario, no es nada mal recordar una postrera curiosidad para los amantes del latín, por guardar cierta semejanza con al supuesto comentado. Se trata de que de sobra es conocido que el sustantivo latino 'populus/i' con el significado de 'pueblo' es masculino. Pero, si en alguna ocasión ven transcrita la expresión 'populus alba', no deben extrañarse en absoluto (a uno ciertamente le llamó la atención cuando iniciaba sus primeros pasos en latín), ya que 'populus/i' en femenino significa álamo; por lo tanto en tal caso, concordando con 'alba' lógicamente, la expresión (o sea, 'álamo blanco') es totalmente correcta. Perdón, pues, por la pedantería, pero es que venía justamente a pelo.

(1) Al mal uso de algunos latinismos ya le dedicó un servidor una de las entradas de su blog.
(2) Alguna crónica de su vida reza que fue un pésimo estudiante.





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