Cualquiera
que tenga unas mínimas nociones de latín sabe perfectamente que el
adjetivo concuerda con el sustantivo en género, número y caso. Así
lo aprendió uno de pequeño en el Seminario, donde se formó (cosa
que lleva totalmente a
gala y con total
orgullo) y donde
adquirió los pocos conocimientos que tiene, aun cuando estos en
realidad no sean muchos o demasiados, pues, si al gran sabio griego
Sócrates se le atribuye la célebre frase de scio
me nihil scire,
es decir, solo sé
que no sé
nada, (lapidario
aserto que se deriva de
lo relatado por el no
menos grande filosofo
Platón sobre su maestro, pues este no dejó nada escrito), ya me
dirán lo que puede saber un servidor.
De
hecho en español sucede prácticamente igual, como de esa guisa se
recogía en las antiguas enciclopedias, si bien hoy en día, por
aquello del lenguaje cada vez más sofisticado, se habla de la
congruencia
formal que se establece entre las informaciones flexivas de dos o más
palabras relacionadas sintácticamente,
idea que el comentarista tiene sus dudas en cuanto a que el
estudiante que se inicia en el estudio de nuestro
idioma llegue a
captar el significado de la definición. Lo que ocurre es que lo
del caso
obviamente se nota de forma más gráfica, por así decirlo, en latín
que en español. Si uno
dijera, por ejemplo,
'la
casa de mi amigo',
es
evidente que 'de
mi amigo'
está en 'genitivo'
por lo de la
preposición 'de';
pero, si lo dijera
en latín, o sea,
'domus
mei amici',
lo
del
genitivo ofrece
bastantes menos
dudas y es mucho
más clarificador.
El
preámbulo anterior le ha servido a uno de excusa, o le ha venido
como anillo al dedo, para introducir el tema que le ha dado pie para
pergeñar el presente comentario. Y es que hace unas fechas, con
motivo de la movida que se está viviendo en Cataluña, en un
prestigioso Diario a nivel nacional se podía leer un titular donde
figuraba la expresión tras
la
independencia interruptus.
No cabe duda, o al
menos da la impresión, de
que la citada locución
(híbrida
entre española
y latina)
está influenciada
por lo del 'coitus
interruptus',
expresión que tal
cual figura
recogida como frase hecha en el diccionario de la RAE. Pero
obviamente, si se acude a un latinajo, aunque sea a
medias, lo
ideal es que se haga
con pleno conocimiento
de lo que hace (el
adjetivo 'interruptus'
es de los que en latín se conocen como de tres terminaciones, ergo
es ocioso añadir nada más);
por ello, en caso de
que aquel no
se conozca bien, es
preferible abstenerse
de utilizarlo,
ya que esa aparente erudición de
la que se alardea
(digna del mejor encomio y entusiástico aplauso, si se se emplea de
forma ortodoxa)
lo normal es que se te
vuelva en contra, si se emplea
mal. Porque,
claro, no podemos olvidar que el vocablo latino
'coitus'
pertenece al género masculino, mientras que la palabra española
'independencia'
se corresponde con
el femenino; en
consecuencia, hacer una
mezcolanza semejante
(después
en el texto del
comentario se repite la expresión, lo cual demuestra que no es un
lapsus aislado) no deja
de ser una especie de
concordancia vizcaína que,
por otra parte
además, chirría a los
oídos.
Lo
malo de ello, en opinión del comentarista, no es que el
autor de
la expresión sea
Licenciado en Ciencias de la Información, que parece ser que lo es,
según ha podido uno saber; lo peor de todo es que un servidor también ha
podido conocer que aquel ha impartido cursos de formación en la
Escuela de Periodismo UAM-El País; porque es evidente que así luego
nos luce el pelo en cuanto a los números que quedan reflejados en el
escalafón nada
halagüeño acerca de los resultados obtenidos por nuestras
Universidades, ninguna
de las cuales figuran entre las doscientas
primeras del mundo,
según datos publicados
por el ranking de Shangai, una de las clasificaciones
mundiales más reconocidas en lo que a excelencia universitaria se
refiere.
Existen
otras expresiones latinas que igualmente se emplean erróneamente a
nivel periodístico
y
de tertulianos televisivos, cuales
pueden ser 'a
grosso modo',
'contrario
sensu'
o
'sensu
contrario',
'de
corpore
insepulto',
'de
ipso facto',
'desde ab initio', 'latu
sensu'
o
'senso
lato',
'motu
propio'
o
'de
motu proprio',
'mutatis
mutandi',
'qui
pro quo',
'status
quo',
'strictu
sensu'
o
'senso
stricto',
'urbi
et orbe',
etc. Pero esto
sería tema de otro comentario (1).
Por cierto que sobre la última de las
citadas expresiones
uno
no puede hacer abstracción de que hace tiempo tuvo un absurdo
intercambio
epistolar (vamos,
una
especie de 'diálogo
de
besugos')
con
cierto
columnista de
prensa porque
este, a quien un servidor censuró
que no
la
empleara de
forma correcta,
no tuvo otra salida que decir
que
Pío Baroja
lo usaba así,
argumento
un mucho
inconsistente y
un tanto infantil,
por cuanto el conocido
novelista
vasco, cuya formación académica era la de médico
(2),
probablemente
tendría
vastos conocimientos en otras
ramas
del saber, pero
los
tendría
menos
(un
servidor no
va a
asegurar
que fueran bastos)
sobre
la lengua del Lacio.
¡Qué
le vamos a hacer!
Y,
como colofón al presente
comentario, no
está
nada mal
recordar una postrera
curiosidad para los amantes del latín, por
guardar cierta semejanza con al supuesto comentado. Se
trata de que de sobra es
conocido que el sustantivo
latino 'populus/i'
con el significado de 'pueblo'
es masculino. Pero, si en
alguna ocasión ven transcrita la expresión 'populus
alba', no
deben extrañarse en absoluto (a uno ciertamente
le llamó la atención cuando
iniciaba sus primeros pasos
en latín), ya
que 'populus/i'
en femenino significa álamo;
por lo tanto
en tal caso,
concordando con 'alba'
lógicamente, la expresión
(o
sea, 'álamo blanco')
es totalmente correcta.
Perdón, pues, por la
pedantería, pero es que venía
justamente a pelo.
(1) Al mal uso de algunos
latinismos ya le dedicó un servidor una de las entradas de su blog.
(2) Alguna crónica de su vida
reza que fue un pésimo estudiante.
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