viernes, 17 de abril de 2020

LA PREPOSICIÓN IN


Una de las cuestiones en que los exégetas no se han puesto nunca de acuerdo es el idioma en que Cristo se expresaba. Parece ser que durante el siglo I, en la zona terráquea donde vivió Jesús de Nazaret, se utilizaban hasta cuatro lenguas: arameo, hebreo, griego y latín, posiblemente esta última en menor escala por cuanto se cree que la usaban exclusivamente los funcionarios romanos en sus conversaciones entre sí, al margen de que la conocieran alguna personas cultas o eruditas; no parece, empero, probable que Jesús la empleara en su conversación ordinaria o en su predicación. No obstante, al margen de que puede que acudiera rara vez al griego (los estudiosos del tema piensan que algunos campesinos y artesanos de Galilea conocían esta lengua y se servían de ella en las actividades comerciales y de la vida ordinaria), las alusiones que se hacen en los Evangelios a la predicación de Jesús en la sinagoga y a las conversaciones con los fariseos sobre los textos de la Sagrada Escritura intuyen que probablemente conociera el hebreo, si bien se decantan por que normalmente hablara en arameo. Hay un dato significativo que nos puede dar alguna pista al respecto, cual es el de que de las llamadas, no con total acierto, siete palabras que pronunció Jesús en la cruz (la única de ellas que relatan Mateo y Marcos) hablan de que dijo Elí, Elí [o Eloí, Eloí] lamá sabactaní, si bien es de resaltar que en los mismo textos se indica, según el primero, que algunos de los que allí estaban dijeron que a Elías llama este [Mirad, llama a Elías, dice Marcos por su parte, respecto de algunos que estaban cerca (1)], lo cual evidencia que unos u otros no conocían el arameo. Claro, que el término algunos no quiere decir que ni todos los que estaban allí, o estaban cerca, desconocieran el arameo ni que todos los que desconocían el arameo se pronunciaron de esa manera.

Las siete palabras es la denominación convencional de las últimas frases que Jesús prenunció en la cruz antes de morir, tal como se recogen en los Evangelios canónicos; pero no fueron solo palabras sueltas o aisladas en sentido técnico preciso, porque son auténticas frases las que pronunció, incluso la considerada como la quinta (Sitio = Tengo sed), pues esta en realidad, aunque formada por una sola palabra, es una frase completa en el concepto tradicional que tenemos del término), por mucho que se diga de aquella guisa no de forma totalmente exacta. Tampoco puede asegurarse de modo preciso cuál fue el orden en que serían pronunciadas, ya que tan solo una de ellas se repite en dos de los Evangelios considerados auténticos por la Iglesia católica, concretamente en los citados de Mateo y Marcos, quienes se hacen eco de la que se considera generalmente como la cuarta, por otro lado sin ningún criterio que de pie para ello; por su parte Lucas relata tres, supuestamente la primera, la segunda y la séptima; y Juan las tres restantes, la tercera, la quinta y la sexta, De todas formas, elucubrar o hacer disquisiciones sobre el orden en que fueran pronunciadas aquellas es asunto que nos llevaría a ninguna parte.

La transcripción tradicional de las mismas en latín, de acuerdo con la Biblia de Jerusalén es la siguiente:

1.- Pater, dimitte illis, non enim sciunt quid faciunt (Lc. 23. 34);
2.-. Amen dico tibi: Hodie mecum eris in paradiso (Lc. 23. 43);
3.- Mulier, ecce filius tuus /…/Ecce mater tua (Jn 19. 26-27);
4.- Deus meus, Deus meus ut quid dereliquisti me (Mt. 27. 46 y Mc 15. 34):
5.- Sitio (Jn. 19. 28);
6.- Consummatum est (Jn. 19. 30);
7.- Pater, in manus tuas commendo spiritum meum (Lc. 23. 46).

Y es a la última, que por lógica parece debió de ser la pronunciada en postrer lugar (de la misma manera que la primera también lo es por sentido común), a la que el comentarista quería hacer alusión en concreto. Porque uno siempre había oído decir que la traducción al español era la de En tus manos encomiendo mi espíritu. Sin embargo, modernamente ahora se está diciendo a tus manos en vez de en tus manos; y esto, no obstante sea un detalle insignificante o que carece de importancia, es sin duda una traducción más apropiada. Y por qué tal matiz, se preguntará más de un curioso, o curiosa por aquello del absurdo lenguaje inclusivo actual. Pues un servidor lo hace simple y llanamente ateniéndose al texto latino de las propias palabras, id est, de las frases pronunciadas por Jesucristo en la cruz (de ahí que haya optado por ponerlas en aquel idioma en lugar de en español), porque efectivamente la preposición latina in con el significado de en o dentro de rige ablativo, como es el caso de in paradiso (a la que se ha hecho alusión en la segunda de las mismas siete palabras), en tanto que in con acusativo (2), cual es el caso que nos ocupa, tiene significado de a o hacia. Pero es que, además, dado que la traducción principal del verbo commendo es confiar, cuando este significa encargar a alguien el cuidado de una persona o cosa, además de llevar complemento directo (mi espíritu), exige la presencia de un complemento indirecto (a tus manos). al decir del DPD, Cuestión distinta sería si el texto latino dijera in manibus tuis, pues eso ya sería otra cosa.



(1) Mt 27.46-47 y Mc 15. 34-35.
(2) Como complemento circunstancial tiene el mismo valor que ad y versus o versum.




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