Desde
hace bastante
tiempo
este
comentarista
sostiene que cada vez se habla y
se escribe peor;
y no se refiere solo
a
los políticos, que también, sino a los medios de comunicación sean
orales
o escritos y, por supuesto, a los
tertulianos,
tertuliantes, tertulios o
contertulios
de estos
últimos
(términos
todos
ellos
sinónimos entre sí y
recogidos
en el diccionario
de la
RAE, no
obstante pueda
parecer
un
tanto raro
por ser muy
poco frecuente el
uso de
algunos,
casos
de
tertulios
y
tertuliantes),
pues
se supone que
unos
y otros
(u
otros y unos, que
tanto
monta)
debieran
tener una mínima
preparación adecuada para
ello, cosa que por
desgracia no
siempre ocurre
así.
Y
a propósito de
contertulio,
si
una tertulia
es
una
reunión de personas que se juntan
habitualmente para conversar
o recrearse
(lo
cual implica que sus
componentes han de ser más
de uno),
y
si
el prefijo
co-
(en
su caso también
con-
o
com-)
es
un componente de palabra procedente del término latino cum,
que indica reunión o compañía (cooperación,
consorcio,
compadre,
etc), por
pura lógica
lo de contertulio
no deja de ser redundante
o tautológico
con
permiso de la RAE, habida
cuenta de que el
vocablo tertulio,
que
ya
de por sí existe, se
predica de la
persona que participa en una tertulia
Pues
bien, el
preámbulo
anterior simplemente
ha dado pie a un servidor, o
si
se quiere lo
ha usado uno
como
pretexto,
para pergeñar el presente comentario.
Y es que el
comentarista ha
leído recientemente
en el diario La Razón un
titular que
francamente le ha llamado la atención; en
concreto rezaba de esta manera:
Cogobernanza:
vía
al 10-N,.
Porque,
según
el diccionario
de la RAE,
la palabra gobernanza
se entiende como el
arte o manera de gobernar que se propone como objetivo el logro de un
desarrollo económico, social e institucional duradero, promoviendo
un sano equilibrio entre el Estado, la sociedad y el mercado de la
economía;
es
verdad que
en su segunda acepción, de
la que añade
que está en
desuso, define el vocablo como acción
y efecto de gobernar
o gobernarse.
(Por
cierto, la asiduidad a las
tertulias de cierta
cadena de televisión del
director
del
Diario mencionado,
que
parece
ser es
licenciado en Periodismo y
doctor en Derecho, aparte de profesor universitario [estas
dos últimas cualificaciones se encarga él mismo de recordarlo casi
constantemente, es
de suponer para que no lo olviden los demás]
es
bastante
habitual;
eso
sí, su
encomiable
y
plausible facundia
queda
malparada por
mor de cierta muletilla
que utiliza
de forma continua,
lo
cual le hace perder ciertamente
la
brillantez de su exposición).
La
cuestión es que el citado titular aludía a las declaraciones que el
presidente del Gobierno en
funciones hizo
con
motivo de la penúltima oferta realizada a Unidas
Podemos en
su intento, uno más,
de
conseguir que
dicha formación política lo
apoye en
su afán de conseguir a toda costa
su
pretendida
investidura como
Jefe
del Ejecutivo y
evitar así nuevas elecciones.
En
dichas
declaraciones Pedro Sánchez
subrayaba
que pueden
participar en la gobernanza del país, que
no el Ejecutivo (por
supuesto, se supone debió decir del Ejecutivo).
En
resumen,
que el
empleo de la
palabra
cogobernanza
no
hay que achacarlo al presidente del Gobierno, sino a la
periodista autora
del
articulo o,
en
todo caso,
al periódico La
Razón, que lo publicó.
¿Y
por qué considera el comentarista que la
utilización
de
la palabra
cogobernanza
no
es
adecuada en el
contexto realizado?
Pues sencillamente por
una
cuestión de lógica. Es cierto que la palabra en sí, que
tampoco está
recogida en el
DRAE, de entrada no tendría por qué ser rechazada
en
abstracto;
y en
esa
dirección ha tenido
ocasión de pronunciarse
la
Fundéu
BBVA
(Fundación del Español Urgente), diciendo
que
el
término
sería
correcto
aplicado
a
una
gobernanza compartida o
con cooperación.
Pero
no podemos olvidar que
gobernanza
en
puridad
significa el
arte o manera de gobernar, pues
en
el sentido de acción
y efecto de gobernar
o gobernarse
ya
se
ha dicho que
está en desuso. Por
lo tanto, hablar
de
cogobernanza
bajo
la
primera de las ópticas
reseñadas
sería
harto
más
que
discutible;
otra cosa es hacerlo referido a la
última
de
las acepciones, en cuya hipótesis sería
bastante más aceptable.
No
deja de sorprender que el DRAE, al definir la palabra gobernabilidad,
en su segunda entrada (en la primera dice que es la
cualidad de gobernable)
la equipara de
hecho
a gobernanza,
o sea, al
arte o manera de gobernar, con
lo cual claramente
está admitiendo que
ambos términos, gobernabilidad
y
gobernanza,
son sinónimos o
tienen parecido significado; pero,
en honor a la verdad, debe
decirse
que en los diccionarios dedicados al tema de
la sinonimia que
uno ha consultado no aparecen
como
tales.
En todo caso, para
algunos
destacados estudiosos de la
cuestión
existen
notables
diferencias
entre ambos conceptos. Y, así, los
mismos
entienden
que la
gobernabilidad
es lo
que hace que se puede gobernar fortaleciendo las capacidades de los
gobiernos; o,
dicho de otro modo,
la gobernabilidad la
conforman las
capacidades de los actores sociales.
Por el contrario,
consideran que el término
gobernanza, (de
más reciente cuño, pues
se usa desde la década de 1990)
no es suficiente
para gobernar y dirigir la complejidad de la sociedad actual, incluso
dotando al Gobierno
y al
Estado
de las capacidades necesarias; en
definitiva,
hace referencia a
las reglas de juego dentro de un sistema social.
La
conclusión para un servidor, al margen de que la palabra suene no
del todo bien y casi de modo antiestético, siempre claro a juicio
del propio comentarista, es que la cogobernanza como
algo estrictamente subjetivo (un arte o una manera de hacer algo
evidentemente lo es) casa mal con el hecho de realizarlo de forma
conjunta con otros artistas, máxime si estos tienen una
concepción diferente de la obra de arte a realizar.
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