El día 24 de marzo de
2014 apareció publicado en el Boletín Oficial del Estado el Real
Decreto 208/2014, el cual literalmente decía que con motivo del
fallecimiento del Excelentísimo Señor Don Adolfo Suárez González,
Presidente del Gobierno y Duque de Suárez, y en señal de
condolencia, a propuesta del Presidente del Gobierno, se declara luto
oficial desde las 00 horas del día 24 de marzo hasta las 24 horas
del día 26 de marzo, durante los cuales la Bandera Nacional ondeará
a media asta en todos los edificios públicos y buques de la Armada.
Pues bien, el alcalde de
San Sebastián D. Juan Carlos Izagirre Hortelano, —de
Bildu, cual no podía ser de otro modo—,
se negó a respetar ese luto oficial decretado, así como a guardar
un minuto de silencio en el pleno que, como muestra de respeto,
habían pedido los representantes de los grupos de la oposición en
el Ayuntamiento de la capital guipuzcoana, so pretexto de que, según
sus propias palabras traídas a colación por los medios de
comunicación, dicen que era un franquista refiriéndose a tan
ilustre fallecido. Es decir, que ni él mismo estaba convencido de
lo que afirmaba, entre otras cosas porque cuando murió el dictador,
—¿es que su partido no
ejerce igualmente también una dictadura, en este caso, de
izquierdas?—, él era
todavía un niño. Por cierto, si es verdad que sin conocer el
pasado es difícil construir el futuro, —atinada
frase, al parecer, del propio Alcalde—, no olvide, Sr.
Izagirre, que posiblemente su partido esté hoy gobernando en la
instituciones gracias en parte a esa persona respetada por todos y
menospreciada vilmente por usted.
Uno no va a debatir
aquí sobre la inadmisible negativa del dirigente abertzale de
guardar el minuto de silencio, por ser cuestión totalmente
voluntaria y de mera educación. Pero, si ésta no se tiene, es
imposible pedirle peras al olmo por muy médico que se
sea, como es su caso, lo cual es aún mucho peor y lo retrata como
persona. Sí le diría al regidor municipal que esa misma
respetuosa iniciativa se viene haciendo desde hace tiempo en la
comunidad de propietarios de la urbanización donde vive un servidor,
al inicio de cada Asamblea General anual, en memoria de todos los
comuneros fallecidos durante el año anterior, sin que ninguno de los
asistentes haya mostrado nunca jamás su rechazo, bajo la excusa de
que alguno de los finados fuera de distinta ideología a la de propia de cada
uno.
En cuanto al asunto del
luto oficial, parece ser que el sujeto en cuestión, —que
igualmente pasó olímpicamente de cualquier muestra de
duelo por el reciente fallecimiento de su colega político y de
profesión, el alcalde Bilbao D. Iñaki Azkuna, ocupándose en cambio
de rendir homenaje, eso sí, al Kurdistán—,
manifestó a la prensa en tono chulesco: Por qué vamos a colocar
las banderas a media asta? ¿por ése?, aludiendo despectivamente
al ilustre Duque de Suárez, —qué
más quisiera semejante politicastro parecerse a él—,
o bromeando si era por la muerte del mandatario bilbaíno.
Alguien ha dicho que tal individuo, —que
uno entiende no debe seguir rigiendo la Corporación Municipal de la
Bella Easo—, ha
incurrido en prevaricación, si bien un servidor no llega a tanto,
ya que ha de considerarse que ese delito lo perpetra la autoridad
o funcionario público que, a sabiendas de su injusticia, dictare una
resolución arbitraria en un asunto administrativo (art. 404 del
Código .Penal); y en este caso no puede hablarse stricto sensu de
que haya existido ningún tipo de resolución. Pero sí piensa que
ha podido incurrir en el de desobediencia, pues son reos de
él los que sin estar comprendidos en el artículo 550,
—el cual alude a los
que acometan a la autoridad, a sus agentes o funcionarios públicos,
o empleen fuerza contra ellos, los intimiden gravemente o les hagan
resistencia activa también grave, cuando se hallen ejecutando las
funciones de sus cargos o con ocasión de ellas—,
resistieren a la autoridad o sus agentes, o los
desobedecieren gravemente, en el ejercicio de sus
funciones. ¿O es que podemos afirmar sin ambages que S.M. El
Rey, firmante del Real Decreto transcrito al principio de este
comentario, no tiene categoría de autoridad? A propósito, ¿qué
opinaría el Alcalde de San Sebastián si cualquier ciudadano de su
municipio se negare a acatar cualquier ordenanza que haya dictado,
pues es de suponer que alguna habrá promulgado en los casi tres años
que lleva presidiendo la Corporación donostiarra?
Uno, en fin, se
pregunta a sí mismo de forma ingenua que por qué en este caso no ha
abierto diligencias penales la Fiscalía, que en ocasiones lo ha
hecho simplemente por unas declaraciones, caso del Cardenal
Sebastián.