miércoles, 22 de agosto de 2012

DETRÁS MÍA NO, SR. CONDE; DETRÁS DE MÍ, SÍ

A través de los medios de comunicación he podido saber que el ex-banquero don Mario Conde quiere volver a la escena política liderando el partido Sociedad Civil y Democracia. Obviamente uno no va a entrar en el hecho en sí, por ser un derecho que le asiste por estar éste  reconocido así constitucionalmente, si bien es verdad que tiene sus dudas en cuanto a que sea la persona más indicada como dechado para regenerar la vida política, cual parece ser su intención con la creación de dicho Partido -que, por supuesto, no es que aquello no sea necesario, que sí lo es-, habida cuenta del escándalo financiero que protagonizó en su día con el caso Banesto, por el que fue condenado a veinte años de prisión por parte del Tribunal Supremo. (En todo caso, no se entiende muy bien que, si según él, el Comité de Derechos Humanos de la ONU anuló la sentencia, se haya estado quieto sin defender sus intereses).  Por supuesto, incluso así no quiere decir que el sr. Conde no consiga tener hasta éxito. Porque no hay que olvidar que personajes tan populares o populistas iguales que él, -casos de José María Ruiz Mateos o el desaparecido Jesús Gil-, contaron con multitud de seguidores, no obstante tampoco puedan ser puestos como ejemplos o paradigmas de ética y de honradez precisamente. Y, sin duda no deja de ser sinificativo que durante su etapa estudiantil destacara por vender sus apuntes, -es un dato tomado de algún  biógrafo de don Mario-, por cuanto no deja de ser un síntoma revelador de su afán por el dinero ya desde joven.
Como suele ser habitual en los comentarios de mi blog, he querido centrar mi comentario en el problema del lenguaje, aun admitiendo que esto sea un tema menos relevante; probablemente una cuestión obsesiva personal, casi enfermiza si se quiere. Me refiero en concreto a que hace unas fechas le oí decir al sr. Conde, en una entrevista que le hicieron en un conocido programa de televisión, la expresión detrás mía, -refiriéndose a una fotografía del padre del Rey, que aparecía colgada en la pared detrás de él-, fórmula que lamentablemente viene proliferando de forma alarmante en los últimos tiempos por personas que teóricamente se suponen de cierto nivel cultural.
He tenido la curiosidad de acceder a las conclusiones del primer Congreso de aquel Partido citado, pudiendo comprobar que en su punto 6.2 se indica textualmente que el castellano es la lengua española oficial del Estado, así como que su enseñanza, uso y aprendizaje es irrenunciable. Pero, claro, si su supuesto líder no hace un empleo totalmente correcto y adecuado del lenguaje, apañados estamos; vamos que podría decirse, de conformidad con el dicho popular, que sin con malvas te curas, mal vas.
Un servidor entiende que un letrado, -según mis noticias, el sr. Conde estudió con gran brillantez y capacidad la carrera de Derecho, aparte de hacer luego las oposiciones a la Abogacía del Estado, que ignoro si llegó a ejercer como tal,  pero que es igual-, antes que nada debe ser sabio, docto e instruido, tal como  es definido el término  por el Diccionario de la RAE en su primera acepción. Por tanto, no hará falta recordarle al sr. Conde, -no lo dice uno, lo dice el Diccionario Panhispánico de Dudas-, que el uso del adverbio no es correcto con posesivos, casos de “delante mío/a”, “detrás tuyo/a”, etc., sino con un complemento precedido de la preposiciónde”. (Lo suyo es delante de mí, detrás de ti, etc).
Por cierto, decir que el castellano es la lengua española oficial del Estado, -por mucho que sea una copia literal del art. 3 de la CE-, no deja de ser un pleonasmo, muy discutible como figura retórica, -cuestión distinta es la de la oración lo vi con mis propios ojos, por cuanto aquí se trata de añadir expresividad a la frase-, al considerarse sinónimos español y castellano, siempre más adecuado el primer vocablo que el segundo, al decir de la RAE. Este Organismo dice que para designar la lengua común de España y de muchas naciones de América, y que también se habla como propia en otras partes del mundo, son válidos los términoscastellano” y “español”. Para la RAE la polémica sobre cuál de estas denominaciones resulta más apropiada está hoy superada. Y añade que el término “español” resulta más recomendable por carecer de ambigüedad, ya que se refiere de modo unívoco a la lengua que hablan hoy cerca de cuatrocientos millones de personas. Asimismo, es la denominación que se utiliza internacionalmente (spanish, espagnol, spanisch, spagnolo, etc.). Y aun siendo también sinónimo de “español”, resulta preferible reservar el término “castellano” para referirse al dialecto románico nacido en el Reino de Castilla durante la Edad Media, o al dialecto del español que se habla actualmente en esta región. En definitiva, aun cuando concluya la RAE que en España se usa asimismo el nombre “castellano” cuando se alude a la lengua común del Estado en relación con las otras lenguas cooficiales en sus respectivos territorios autónomos, como el catalán, el gallego o el vasco, creo que decir que el castellano es la lengua española. . .  en  todo caso no deja de ser una redundancia o reiteración innecesaria.

sábado, 18 de agosto de 2012

MOLLINATOS, SÍ; MOLLINATOS Y MOLLINATAS, NO, POR FAVOR

Me gustaría decirle al sr. Alcalde de Mollina y a la sra. Concejala de Festejos que eso de decir mollinatos y mollinatas para dirigirse a sus conciudadanos, -obsérvese que omito  conciudadanas adrede obviamente-, aparte de sonar no muy bien que digamos, -lo mismo que parados y paradas por ejemplo-, es una incorrección lingüística, por mucho que el sistema últimamente esté proliferando en el lenguaje culto de la mano de políticos y sindicalistas, que lógicamente se debería desterrar. Porque no es que lo diga un servidor; lo dice la RAE, que es el Organismo que tiene la  autoridad correspondiente en la materia. En tal sentido,  me permito transcribir el párrafo que, al respecto, se recoge en el Diccionario Panhispánico de Dudas:
En los sustantivos que designan seres animados, el masculino gramatical no solo se emplea para referirse a los individuos de sexo masculino, sino también para designar la clase, esto es, a todos los individuos de la especie, sin distinción de sexos. Consecuentemente, los nombres apelativos masculinos, cuando se emplean en plural, pueden incluir en su designación a seres de uno y otro sexo. En las frases "los hombres prehistóricos se vestían con pieles de animales" o "en mi barrio hay muchos gatos",  de esas  referencias no quedan excluidas ni las mujeres prehistóricas ni las gatas. Así, con la expresión "los alumnos" podemos referirnos a un colectivo formado exclusivamente por alumnos varones, pero también a un colectivo mixto, formado por chicos y chicas. A pesar de ello, en los últimos tiempos, por razones de corrección política, que no de corrección lingüística, se está extendiendo la costumbre de hacer explícita en estos casos la alusión a ambos sexos:. En la oración  "decidió luchar ella, y ayudar a sus compañeros y compañeras"  se olvida que en la lengua está prevista la posibilidad de referirse a colectivos mixtos a través del género gramatical masculino, posibilidad en la que no debe verse intención discriminatoria alguna, sino la aplicación de la ley lingüística de la economía expresiva. Así pues, en el ejemplo citado pudo, y debió, decirse simplemente "ayudar a sus compañeros".
Seamos serios y contribuyamos entre todos a enriquecer el lenguaje, no a empobrecerlo, sin confundir churrras con merinas, o el culo con las témporas,  la velocidad con el tocino o la gimnasia con la magnesia.  
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