viernes, 2 de noviembre de 2018

EN EL PECADO LLEVA LA PENITENCIA

  Uno puede asegurar que, cuando tenía in mente elaborar su comentario sobre el tema, no había leído el que cierto periodista deportivo (1) había escrito acerca del mismo, bajo el título Roma no paga a traidores, refiriéndose al que podríamos llamar caso Lopetegui bis. Sí, porque dicho periodista comenzaba su artículo haciendo alusión a esa otra frase de que en el pecado lleva la penitencia, con la que un servidor ha titulado este que nos ocupa y con la que, por supuesto, está totalmente de acuerdo.

  No cabe duda de que, aun cuando bien es cierto que no siempre ocurre así, en algunas ocasiones quien la hace la paga o donde las dan las toman, lo cual en otras variantes populares puede traducirse o convertirse en aquella otra frase algo más gráfica y un tanto enigmática de que a todo cerdo (o puerco o guarro, según algunas versiones) le llega su San Martín. En definitiva que, si alguien traiciona a alguien de alguna manera, no tiene nada de raro que se le pague con la misma moneda. Lo curioso del caso es que en esta ocasión se han repetido, para bien o para mal, los mismos protagonistas. Es verdad que en ambas situaciones la participación de ambos ha sido de forma muy diferente: uno de ellos, el presidente del Real Madrid, antes como cooperador esencial o necesario (o, si se quiere, como colaborador), y ahora, para mayor inri, como parte activísima; y el otro, como sujeto activo y pasivo de los hechos. Porque no hace falta recordar que el Sr. Pérez (don Florentino) tuvo mucho que ver en el incumplimiento contractual por parte del Sr. Lopetegui (don Julen), cuando este, que tenía contrato en vigor como seleccionador nacional con la Federación Española de Fútbol, suscribió uno nuevo con el Real Madrid, a espaldas obviamente de aquella. Por eso, un servidor titulaba entonces su comentario como pacta sunt servanda, lo cual traducido al lenguaje vernáculo quiere decir que un contrato obliga a los contratantes y debe ser puntualmente cumplido, según establece el Código civil español a través de múltiples preceptos, algo que lamentablemente y por desgracia se lleva cada vez menos. ¡Ay!, sin don Santiago Bernabeu, que dicen fue todo un caballero, levantara la cabeza de su tumba; a buen seguro que se volvía a morir del susto, añadía uno entonces también.

 Y en aquel comentario un servidor se preguntaba igualmente si el presidente del Real Madrid estaba tan seguro de que su ya exentrenador iba a conseguir grandes logros en el club, a lo que el comentarista se contestaba a sí mismo que eso era algo que estaba por ver, pero que realmente tenía sus dudas al respecto. Y el tiempo, que al decir de otro antiguo periodista deportivo muy conocido (2) da y quita razones (aquel lo repetía con machacona insistencia hasta la saciedad), ha venido a dársela (en singular, claro) a un servidor abiertamente, sin ambages ni paliativos. Porque, no es que uno pretenda estar en posesión de la verdad (líbreme Dios); es que, aun sintiéndolo mucho, es evidente que el palmarés del susodicho personaje como entrenador, haciendo abstracción de su curriculum como futbolista, que tampoco es para tirar cohetes ni para echar las campanas al vuelo (3), hacía presagiar otra cosa. Por supuesto que, así como no hay ninguna razón objetiva para colegir que un jugador del montón no pueda ser un gran entrenador, tampoco la hay para sacar la conclusión de que un excelente jugador tenga por fuerza que ser un magnífico preparador. Ahí tenemos el caso de don Alfredo Di Stéfano (para el comentaristas el mejor jugador o el más completo de todos los tiempos, por encima de Pelé, Maradona, Cruyff o Messi), cuyos éxitos como entrenador no puede decirse precisamente que lo hayan encumbrado a la cima de los más laureados de la historia como tal. En todo caso las hemerotecas, que están para algo, dicen que, al margen de su periplo en la selección española, el Sr. Lopetegui fue destituido del Rayo Vallecano poco después de comenzar la temporada 2002/04 (luego el Rayo descendería a Segunda División B), por el Real Madrid Castilla pasó sin pena ni gloria (temporada 2008/09) y en el Oporto fue cesado a mediados de la segunda temporada (2014/16).

 ¡Ah! Otra de las cosas que manifestaba un servidor en aquel comentario es la de que no le deseaba ningún éxito en su nueva etapa al Sr. Lopetegui, deseo en el que confiesa reiterarse sin volverse atrás ni arrepentirse ni un ápice por ello. Lo dice uno como lo siente, aun no estando nada bien eso de alegrarse del mal ajeno, aunque en este caso no cabe la menor duda de que lo será menos, por cuanto seguramente sacará una buena tajada de la rescisión unilateral del contrato llevada a cabo por don Florentino Pérez, al que le estará bien empleado (qué bueno y bonito sale jugar con el dinero de los demás, porque barato ciertamente no lo es) por su falta de elegancia en aquella ocasión. Y es que algunas crónicas hablan de que la broma le costará al club (que no, a su presidente, claro) 6 millones de euros, que en el caso de Lopetegui dicen que serán tres millones netos, cantidad que percibirá por no trabajar, lo cual no está nada mal, cuando tantos españoles (y españolas también) cobran un salario o una pensión de miseria. Y, eso contando con que algún club no lo contrate de nuevo, porque ya se está hablando de que pronto puede encontrar un puesto de trabajo en un país americano.

(1) Alfredo Relaño, en AS
(2) José María García
(3) En la Real Sociedad prácticamente no jugó, porque lo hizo en el filial San Sebastián; por el Castilla, al igual que por Las Palmas pasó sin apenas destacar gran cosa; en el Real Madrid no dejó de ser el tercer portero jugando un solo partido; y en el Barcelona lo hizo en cinco ocasiones a lo largo de tres temporadas, que obviamente no le sirven para cubrirse de gloria. Donde jugó más fue en el Logroñés y en el Rayo Vallecano (107 y 112 partidos, respectivamente), que no son equipos de primera fila precisamente.