sábado, 18 de agosto de 2012

MOLLINATOS, SÍ; MOLLINATOS Y MOLLINATAS, NO, POR FAVOR

Me gustaría decirle al sr. Alcalde de Mollina y a la sra. Concejala de Festejos que eso de decir mollinatos y mollinatas para dirigirse a sus conciudadanos, -obsérvese que omito  conciudadanas adrede obviamente-, aparte de sonar no muy bien que digamos, -lo mismo que parados y paradas por ejemplo-, es una incorrección lingüística, por mucho que el sistema últimamente esté proliferando en el lenguaje culto de la mano de políticos y sindicalistas, que lógicamente se debería desterrar. Porque no es que lo diga un servidor; lo dice la RAE, que es el Organismo que tiene la  autoridad correspondiente en la materia. En tal sentido,  me permito transcribir el párrafo que, al respecto, se recoge en el Diccionario Panhispánico de Dudas:
En los sustantivos que designan seres animados, el masculino gramatical no solo se emplea para referirse a los individuos de sexo masculino, sino también para designar la clase, esto es, a todos los individuos de la especie, sin distinción de sexos. Consecuentemente, los nombres apelativos masculinos, cuando se emplean en plural, pueden incluir en su designación a seres de uno y otro sexo. En las frases "los hombres prehistóricos se vestían con pieles de animales" o "en mi barrio hay muchos gatos",  de esas  referencias no quedan excluidas ni las mujeres prehistóricas ni las gatas. Así, con la expresión "los alumnos" podemos referirnos a un colectivo formado exclusivamente por alumnos varones, pero también a un colectivo mixto, formado por chicos y chicas. A pesar de ello, en los últimos tiempos, por razones de corrección política, que no de corrección lingüística, se está extendiendo la costumbre de hacer explícita en estos casos la alusión a ambos sexos:. En la oración  "decidió luchar ella, y ayudar a sus compañeros y compañeras"  se olvida que en la lengua está prevista la posibilidad de referirse a colectivos mixtos a través del género gramatical masculino, posibilidad en la que no debe verse intención discriminatoria alguna, sino la aplicación de la ley lingüística de la economía expresiva. Así pues, en el ejemplo citado pudo, y debió, decirse simplemente "ayudar a sus compañeros".
Seamos serios y contribuyamos entre todos a enriquecer el lenguaje, no a empobrecerlo, sin confundir churrras con merinas, o el culo con las témporas,  la velocidad con el tocino o la gimnasia con la magnesia.  
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