miércoles, 13 de septiembre de 2017

TONTERÍAS LAS PRECISAS

  Repasando la preparación académica del sr. Puigdemont, a un servidor no le extraña en absoluto la serie de tonterías que dice que cada vez que abre la boca. Lo malo de todo es que lamentablemente existen otros personajes (por fortuna no tantos para los catalanes) que no le van a la zaga en eso de inventarse auténticas chorradas y/o paparruchas de todo estilo. Ahí tenemos el caso de don Víctor Cucurull, bautizado con razón por alguien como el Gila de la ANC, pues cómico sí que parece tal pseudohistoriador por mucho que sea licenciat en Geografia i Història per la UAB; lo raro es que no se haga llamar a sí mismo Víktor o Bittor, pues, aunque uno es consciente de que dichos nombres no son catalanes, sucede que en Cataluña el de Víctor coincide con el de España y hay que llamarse de forma diferente aun cuando no sea más que por cuestión de esnobismo. Y es que este curioso individuo, miembro del secretariado de la Asamblea Nacional de Cataluña (ANC), en esas charlas que él pomposamente denomina conferencias, ante una expectante audiencia un tanto infantil pues da la ligera impresión de que se están creyendo todo lo que se le cuenta, elucubra unas teorías sin duda extravagantes y rocambolescas sobre su visión catalanista de la historia, interpretadas obviamente a su peculiar manera. Así ha llegado a decir que los orígenes de la nación catalana se remontan al siglo VII a. C.; que esta fue la primera nación del mundo; que los tartessos tienen su origen en la ciudad tarraconense de Tortosa; que Roma no comenzó a ser la capital que fue hasta que no entraron los catalanes; que el descubrimiento de América no se llevó a cabo por españoles sino por catalanes; que Cataluña fue la nación más importante del mundo desde finales del siglo XV hasta la mitad del siglo XVI; que en América nunca se ha dejado de hablar el catalán; que este es un idioma muy presente en todo el continente; o que, en el colmo del dislate, El Quijote fue escrito inicialmente en catalán. ¡Ah!, no duda en afirmar, quedándose tan pancho, que personajes históricos de la categoría de Cristóbal Colón, Américo Vespucio, Miguel de Cervantes, Leonardo Da Vinci, Hernán Cortés, Bartolomé de las Casas, Santa Teresa de Jesús o san Ignacio de Loyola fueron oriundos de Cataluña o, al menos, eran de ascendencia catalana; bueno, de este último dice que no se sabe realmente dónde nació, pero que sin duda debió de hacerlo en Orihuela. ¡Toma ya! Porque semejante deducción (basada, a la vista está, en lo que le sale a él de sus cataplines) es digna de ser enmarcada con ribetes de calandrajo. Y es que, como dijera el gran Groucho March, si a usted no le parecen bien mis principios (antes había dicho que tenía los suyos), tengo aquí otros; como los del sr. Cucurull, salvadas evidentemente las distancias intelectuales entre una relevante personalidad y un personajillo de tan escasa monta.
 
  Pero, volviendo al sr. Puigdemont, este asegura que el referéndum es legal porque se aprobó en el Parlamento (el de Catalunya, por supuesto), así como que dicho Parlament es el que solo puede inhabilitar al Govern que preside, siempre en su opinión lógicamente. Uno desconoce lo que por legal dirá el diccionario de la lengua catalana, si es que existe porque Cataluña, como comunidad autónoma (supuestamente la mejor sin ningún género de dudas, para ellos eso sí, con absoluta falta de respeto para las demás) posee de todo; pero el de la RAE lo define como lo que está prescrito por ley y es conforme a ella. Claro, que a lo mejor resulta que don Carlos (dicho a la española para que se chinche) tiene hasta razón, por aquello de que la Constitución de cualquier Estado (incluida la de España, de la que de momento su nacionalidad o región forma parte todavía) no es una ley en sentido estricto, bien es verdad que voces autorizadas a nivel mundial consideran a ese tipo de normas como la Norma Fundamental de un Estado (llamada también Carta Magna), con rango superior al resto de las leyes, que define el régimen de los derechos y libertades de los ciudadanos y delimita los poderes e instituciones de la organización política. Y, haciendo referencia a los datos biográficos del interfecto, los medios de comunicación han dicho de él que cursó los estudios básicos y el bachillerato en su pueblo natal y que inició Filológica Catalana en el Colegio Universitario de Girona, estudios que abandonó para trabajar en el periodismo (no que cursara la carrera de Ciencias de la Información, que le daría algún plus por lo menos). En todo caso, el art. 149.1 de la Constitución, ratificada por el pueblo español incluido el catalán (1) mediante referéndum celebrado el 6 de diciembre de 1978, ESTABLECE que EL ESTADO TIENE COMPETENCIA EXCLUSIVA EN DETERMINADAS MATERIAS, siendo una de ellas la prevista en el punto 32, es decir, LA AUTORIZACIÓN PARA LA CONVOCATORIA DE CONSULTAS POPULARES POR VÍA DE REFERÉNDUM. Ni que decir tiene que la misma Constitución, a la que Cataluña por ahora también tiene que someterse, en su art. 2 dice que SE FUNDAMENTA EN LA INDISOLUBLE UNIDAD DE LA NACIÓN ESPAÑOLA, PATRIA COMÚN E INDIVISIBLE DE TODOS LOS ESPAÑOLES; bien es verdad que dicho artículo luego reconoce el derecho a la autonomía de las nacionalidades y regiones que la integran, (y a la solidaridad entre todas ellas, cosa que se olvida con demasiada frecuencia), pero EN NINGÚN MOMENTO HABLA DE LA INDEPENDENCIA DE ELLAS, CATALUÑA INCLUIDA. Y el art. 161 determina que EL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL TIENE JURISDICCIÓN EN TODO EL TERRITORIO ESPAÑOL, ASÍ COMO QUE EL GOBIERNO PODRÁ IMPUGNAR ANTE EL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL LAS DISPOSICIONES Y RESOLUCIONES ADOPTADAS POR LOS ÓRGANOS DE LAS COMUNIDADES AUTÓNOMAS.
 
 Pues eso, sr. Puigdemont, aunque a usted no le guste.

  (1) En Cataluña de un total de más de 4.398.000 electores votaron unos 2.986.000 (algo más del 67,90%), de lo cuales 2.701.000 fueron votos afirmativos de 2.966.000 votos válidos (algo más de un 91,09 %).

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