martes, 20 de marzo de 2018

ALOCUCIÓN SOBRE SEMANA SANTA DE MÁLAGA

¿Qué tengo yo, que mi amistad procuras?
¿Qué interés se te sigue, Jesús mío,
que a mi puerta cubierto de rocío
pasas las noches del invierno a oscuras?

¡Oh, cuánto fueron mis entrañas duras
pues no te abrí! ¡Qué extraño desvarío,
si de mi ingratitud el hielo frío
secó las llagas de tus plantas puras!

¡Cuántas veces el Ángel me decía:
Alma, asómate agora a la ventana;
verás con cuánto amor llamar porfía”!

Y cuántas, hermosura soberana,
Mañana le abriremos”, respondía,
para lo mismo responder mañana.

Muy buenas tardes a todos,
señoras y caballeros,
y mil gracias, gracias mil
por vuestro acompañamiento;
y a las Madres Mercedarias
por el magnífico gesto
de que celebrarse pueda
en un lugar tan excelso
(pues que sin duda lo es
la capilla del convento,
aunque acaso mejor fuera
decir la del monasterio)
un acto no religioso
con matices, por supuesto;
y a Jorge, Vanesa y Álvaro,
responsables del museo
(la sala de estar del arte,
siempre a la cultura abierto
y no solo a la pintura),
porque han estado dispuestos
a dar su apoyo a la idea
junto a los soportes técnicos,
sin olvidar a la Schola,
de la que también soy miembro,
que sin duda le dará
mayor realce a este encuentro.

Cuando me dio el avenate
(porque no hay que estar muy cuerdo)
para semejante embrollo
de ejercer de pregonero,
no se extrañen si les digo
(sin ambages lo confieso)
que, cual Lope ante Violante,
me sentí en un grave aprieto,
y a punto estuve, en un tris,
de abandonar el intento,
(pues cofrade nunca fui,
poco semanasantero,
palabro que he usado adrede, 
pues que no está en nuestro léxico)
y nunca acudí a un pregón,
(bueno, si he de ser sincero
algunos años atrás
asistí al de un compañero,
Alfonso, allá en Colmenar,
del que ya nada recuerdo)
y poco tiempo después
estuve escuchando a Pedro,
director y actor teatral,
quien me metió en el enredo
de hacerlo, como él, en Renfe,
que acepté, aun a riesgo
de no quedar a la altura
de cuantos me precedieron
(con total sinceridad
lo digo, a él incluyéndolo),
en parecida tarea
a la que agora me enfrento,
pues de nuevo hoy aquí,
en un marco tan espléndido,
(en el que todos los sábados
tiene lugar un concierto
a la hora de mercado
y con aforo al completo)
con un tanto de osadía
y un mucho de atrevimiento,
hago propia la expresión
del toro asir por los cuernos. 

Y pensé en algo distinto
para uno y otro evento
en el fondo y en la forma,
y en cuanto al último extremo
no me resistí al impulso
de hacerlo a mi modo, en verso.
aun cuando suene un tanto raro
o quizás algo esperpéntico.
De ahí que en mi exposición,
con más voluntad que acierto,
(ruego disculpen mi audacia
e indulten mi atrevimiento),
acuda al ritmo y la rima,
los del canon académico,
los que hoy desprecian poetas
o quienes se dicen serlo,
bien que obviando aquí la décima
por la que querencia siento,
usando en cambio el romance,
que es asaz menos complejo,
lo cual decir no supone
que no requiera su esfuerzo.

Como es lo normal y lógico,
(y aludo al fondo en concreto),
el sentido de un pregón,
el real y verdadero,
es enaltecer un acto
o ensalzar algún festejo….
obviando el sistema al uso,
yo la atención en su centro
(al margen de mis vivencias
y personal sentimiento)
la he puesto donde ha de estar:
el magno acontecimiento
que fue de la muerte de Cristo,
el Hijo de Dios, el Verbo,
que hace más de veinte siglos
su vida dio al Padre Eterno,
por redimir a los hombres
que a Aquel la espalda le dieron
ayer, como hoy nosotros
otrosí se la hemos vuelto.
o, al menos, (me lo parece),
es lo que estamos haciendo.

Y no quisiera insistir,
aunque es de justicia hacerlo,
como en un tiempo pasado
alguien en El Cenachero
lo hizo con valentía,
(para mí fue un gran ejemplo),
al presentar al ponente,
que un fuerte aplauso de premio,
mereció del auditorio,
(pues fui testigo directo),
la denuncia sin tapujos
de unos dibujos blasfemos
que sin saber por qué un día,
y sin venir nada a cuento,
(parece que hasta con pública
ayuda), a la luz salieron,
sin soporte alguno histórico,
en que basar lo grotesco
de tamaña sinrazón,
de semejante adefesio,
que solo se justifica
en algún estado histérico
de las mentes retorcidas
de quienes los mal parieron,
de adquirir protagonismo
o agrandar su propio ego,
la sensibilidad, claro,
de cualquier creyente hiriendo,
(y, no me importa decirlo,
entre los cuales me inserto),
que solo olvido merece
y el más profundo desprecio.

Menos mal que la fortuna
para su propio descrédito
con presteza se encargó
de desfacer el entuerto,
pues, si no nulo del todo,
escuálido fue su éxito.

A qué hablar de esa docente,
en un colegio mijeño,
(el caso no es tan lejano)
tomó por su cuenta y riesgo
esa absurda decisión,
frustrando a los más pequeños
de que había que quitar
el Belén, el Nacimiento,
que con tan grande ilusión
habían llevado a efecto.

O a esos viles desalmados
que un buen día de febrero
en una iglesia de Málaga
profanaron el misterio
que se guarda en el sagrario,
aparte el daño que hicieron.

Y, en otro orden de historias,
se acuerdan de aquel revuelo
que en el mundo musulmán
se armó por bastante menos?
¿No debemos los católicos
actuar con mayor mayor denuedo?

Pasemos pronto de página,
corriendo un tupido velo.

Me resulta inconcebible
(y a ello ahora me refiero),
pues crean que no hablo en broma,
(lo digo en verdad, no miento),
que autores de tres al cuarto
plumillas de escaso crédito,
en entredicho ya incluso
poniendo a los Evangelios,
(a los que su valor niegan
de que son libros auténticos),
duden de la realidad
del personaje, del hecho,
(no ya de que fuera Dios,
que es asunto más complejo,
y para cuyo debate
no es este el foro correcto),
de que Jesús existiera,
con lo que a todos de memos
nos tildan, (a usted y a mí),
y, es obvio, sin ir más lejos,
a cuantos lo analizaron
con mucho más rigor que ellos.

Por eso, a mi alocución
la he querido dar comienzo
con ese bello poema,
ese singular soneto,
de Lope de Vega y Carpio,
que fue poeta y fue clérigo,
novelista y dramaturgo,
del siglo decimosexto,
(que él mismo llamó de Oro,
de un grande florecimiento
en las ramas del saber),
y, al decir de los expertos,
el más prolífico autor,
el Fénix de los Ingenios
como lo llamó Cervantes,
lo que es de un valor inmenso
por tratarse de otro monstruo,
y esto no es ningún secreto.

Hay de teatro una obra
de un tal García Barbeito,
sevillano por más señas,
escritor y reportero,
que representar un día
plúgome en el Ateneo
del Arroyo de la Miel,
que no sé si de profético
tiene un tanto algo que ver,
pues que por tierra el invento
(el que dentro de unos días
muy pronto celebraremos)
echaría, si en verdad
se convirtiera en suceso.
Es ciertamente una fábula,
es un cuento navideño,
donde el autor a su aire,
con simples razonamientos,
alas da a su fantasía
de un modo del todo inédito.

Se trata de que Jesús,
tal como está el universo,
(que por mor del ser humano
dejó ya de ser modélico)
no quiso un día nacer,
según un divino acuerdo,
Los distintos personajes
(unos reales y otro menos,
pues hay algunos simbólicos)
le irán al Padre pidiendo
que el Niño nazca otra vez,
y Dios se irá haciendo el sueco
hasta que el Amor al fin,
en un monólogo pleno
de convincentes razones,
(¿y no sería estupendo
en él centrar nuestros hábitos?)
será el que alcance su objeto.

Algo la Semana Santa,
(así, al menos, lo sostengo),
de devoción y fervor
o un mucho en el fondo, pienso,
tiene en mi humilde opinión
o en mi personal criterio,
sea en Málaga o en Cuenca,
en Sevilla o en Toledo,
porque lo que al fin y al cabo
se celebra en cada pueblo
esté perdido en el mapa
o se conozca en exceso,
es de Cristo la pasión,
aquellos días postreros
de su paso por la tierra,
que ha servirnos de modelo.
Pues fervor muestra el que asiste
a la catedral o a un templo
a presenciar los oficios,
o en recogido silencio
acude a honrar al Santísimo
que en iglesias está expuesto
(las mujeres con mantilla
con su peineta luciendo)
la tarde del Jueves Santo,
día del amor fraterno. 

Fervor tiene el individuo,
no importa cuál sea el sexo
que, (hombre o mujer da lo mismo
y sea altivo o modesto),
cuando ve pasar un trono,
de pie en señal de respeto
se santigua y, si lo lleva,
se despoja del sombrero.

Es fervor el que desprende
ese grupo, que inconexo,
tras su Virgen favorita
o el Cristo de más afecto,
recorre la procesión
en guarismos inconcretos,
puede que miles a veces,
(veinticinco en un supuesto,
hablan las estadísticas),
una promesa cumpliendo,
algunos quizás descalzos
u otros los ojos cubiertos.

Y ¿no es, incluso, fervor
(yo, en mi caso, así lo entiendo)
esa especie de reunión
sin aviso de por medio
o convocatoria alguna…,
ese corro heterogéneo
de la noble etnia gitana
que con cantos, que son rezos,
(qui bene canta bis orat
dice el latino proverbio
que a san Agustín imputan
algunos que saben de eso),
van jaleando al Señor,
preciosa talla, en mi aprecio,
de Jesús de la Columna,
del suyo, de su Moreno…?

Dentro de muy pocas fechas
la ciudad olerá a incienso,
aumentando su fragancia
con el azahar, que ha tiempo
engalana ya el ambiente
junto al albor del almendro;

blandones, velas y cirios
las sombras cubrirán trémulos,
fundiéndose en un abrazo
con estrellas y luceros,
presididos por la luna,
que fulge en el firmamento
tan bella en las noches claras
como un reluciente espejo;

los toques de campanillas
de mayordomos, que, prestos
la procesión ordenando,
anunciarán que el cortejo
ha de parar o seguir,
para llevar a buen término
el horario establecido,
sonarán cuasi a concierto;

los palios de la imágenes,
de esas Vírgenes de ensueño,
(casi todas con tocado
o con mantilla, por cierto),
en sus repujados tronos
junto al grácil tintineo
de los varales de plata,
se bambolearán al viento,
dando a veces la impresión
de que rodarán al suelo;

los hachones encendidos
de cofrades, en sus puestos,
que irán desprendiendo cera
y los niños, boquiabiertos,
querrán todos recoger,
como si fueran un cuenco,
en sus manos inocentes,
(y les servirá de juego,
sin miedo alguno a quemarse)
impregnará el pavimento,
que solo meses después,
tras el baldeado enésimo
los servicios de limpieza
darán su prístino aspecto;

las cornetas y tambores
resonarán con estruendo,
junto a las bandas de música,
que de afamados maestros
interpretarán las marchas,
cual de Artola, don Perfecto
por nombre y porque sus obras,
de inolvidable recuerdo,
lo son cuantas nos dejó
ese ilustre malagueño
que lo fuera de adopción,
por más que su nacimiento
estuviera allá en Levante,
y al que imagino estar viendo
en lo que hoy es la Térmica
y antes el Cívico Centro,
(donde estuvo un servidor,
con las monjas allí interno,
de donde fui al Seminario
y que a mucha gala llevo),
mostrar su sabiduría
y ejercer su magisterio. 

Y, a propósito de marchas,
(si no lo digo reviento),
hay un músico ignorado,
y que pudo ser mi suegro,
(de unas de sus hijas, Carmen,
grande amigo sigo siendo),
que es don Rafael Hernández,
hombre, do los hubo, bueno,
que nunca reivindicó
(ni han hecho su herederos),
de unas obras la autoría
que le quita más de un necio,
cual esa por malagueñas,
a la Paloma en concreto,
u otras cuyas partituras,
(que, de estar en un museo,
o en el mejor de los casos,
de un triste olvido en el cuévano
descansan llenas de polvo),
dudo conozcan sus nietos,
mucho menos el gran público,
que eso para qué les cuento.

Los portadores de trono,
ya a salarios no sujetos
como antaño era normal,
y engrosaba el presupuesto
de cualquiera Cofradía
o Hermandad, (pues que el concepto
no está claro uno u otro)
con su uniformado atuendo
una muy bonita estampa
añadirán al elenco
que en fotos y hemerotecas
se multiplicarán luego,
aunque bajo los faldones
de los tronos, o los luengos
mantos de la Virgen otros
quedarán en el secreto.

Vendedores ambulantes
y quioscos callejeros
ofreciendo golosinas,
o pipas y caramelos,
itinerantes algunos
y otros en su enclave, quietos,
animarán el cotarro,
poniendo un típico acento.

Las vías de nuestra urbe
formarán un hervidero
de turistas y curiosos
yendo a salidas y encierros,
o en una esquina cualquiera,
viendo el desfile al completo
con temple benedictino,
y no todos extranjeros,
que también los del lugar,
(sin atender el consejo
de que lluvia pueda haber)
repetirán impertérritos
en las sillas, o tribunas
donde ni un simple agujero
cabe porque el abonado
tiene ya fijo su asiento.

Cantaores espontáneos
desde un balcón estratégico
o abajo, y entre el gentío,
haciéndolo a palo seco,
se arrancarán por saetas,
ese estilo de flamenco
tan andaluz y tan propio
del ámbito cofradiero,
palabro que he osado usar
y que no debí de hacerlo,
pues la RAE no lo admite
y, por ende, es incorrecto.

Haciendo uno un inciso,
(si se me permite el quiebro)
citaré esa de Serrat,
porque es parte de un libreto
de ese gran vate andaluz
al que todos conocemos,
que es don Antonio Machado,
tan por musical y poético:

¿Quién me presta una escalera
con que subir al madero
para quitarle los clavos
a Jesús el Nazareno?

Y empezará la semana.
Y se alumbrará el proscenio,
después de que la Cuaresma
cumpla el día cuadragésimo,
si bien como en antesala,
cual tráiler para cinéfilos,
en el Viernes de Dolores
que, incluso seguirá siendo
de las Lolas la onomástica
por mucho que al mes noveno
(al mes de setiembre, claro
ahora estoy aludiendo)
la trasladara el Concilio,
habrá un anticipo previo,
con verdiales por compaña
en ese barrio de el Puerto
de la Torre, en el que vivo,
(el más populoso, creo,
que existe en la capital
según datos que poseo);
o la de Medinaceli,
(no agrupada de momento);
sin mencionar los traslados,
de procesiones bosquejos,
que suman más de cuarenta,
y de la base partiendo
de cuarenta y cinco aquellas
es un gran tanto por ciento;
o las nuevas prohermandades
que hace unos días salieron
y, si no recuerdo mal,
sumaron hasta un sexteto.

Dos cosas echaré en falta,
(¿será que ya me hice viejo,
o soy un mucho nostálgico
y ando fuera de contexto?),
que a muchos sonará a absurdo:

Una, los tinglaos añejos
sabor a carpa de circo,
(ignoro en estos momentos
si queda alguno de aquellos)
que ilusión verlos por dentro
hacía a tantos curiosos,
(yo en mi caso lo niego)
que hizo decir algún día
a un locutor con gracejo,
oriundo de Alhaurín,
el ya desparecido Alejo,
que melones ni sandías
son los tronos, pues es cierto
que tales frutas se venden
en cobertizos parejos,
si bien hay que comprender
que las Casas Hermandad,
le han dado un toque moderno
más acorde con la época,
la actual, de avances técnicos,
en que ordenador y móvil
son escuálidos reflejos.

Y la otra a la que aludo,
pero que también conservo
en el mejor disco duro
que es el humano cerebro,
(siempre que el doctor Alhéimer
no te lo deje maltrecho),
acaso suene chocante,
en los actuales tiempos
dentro de un Estado laico,
que a veces raya en lo ateo,
(yo desde luego discrepo
porque es aconfesional,
algo distinto y diverso,
cual la Constitución dice
y no hay dudas al respecto)
son las retransmisiones
de las radios en directo
del Sermón de las Palabras,
las siete que en el aliento
final se asignan a Cristo
en el Nuevo Testamento.

(No hablmos de la propuesta,
como siempre de Podemos,
de que la Iglesia y Estado
han de romper los Acuerdos
simplemente porque sí,
(pobre y fútil argumento),
ya que se olvidan que aquella
con tantos centros benéficos
gran ahorro le suponen
a este en los presupuestos). 

De otro grande literato,
don Francisco de Quevedo,
quiero a colación traer
estos preciosos cuartetos,
que, aparte de que transmiten
su particular lamento,
son de la Santa Semana
un acertado compendio,
de que en unas pocas horas
de actitud cambiar debiéramos.

Si te alegra, Señor, el ruido ronco
de este recibimiento que miramos,
advierte que te dan todos los ramos,
por darte el viernes más desnudo el tronco.

¿Adonde vas, Cordero, entre las fieras,
pues ya conoce su intención villana?
Todos, enfermos, te dirán “!Hosanna¡”
Y no quieren sanar, sino que mueras.

Hoy te reciben con los ramos bellos,
(aplauso sospechoso si se advierte)
pero otra noche, para darte muerte,
te irán con armas a buscar en ellos.

Y porque la malicia más se arguya
de nación a su propio rey tirana
hoy te ofrecen sus capas y mañana
suertes verán echar sobre la tuya

Si vas en tus discípulos fiado,
como de tu inocencia defendido,
del postrero de todos vas vendido,
y del primero cerca de negado.

Mal en los huertos tu piedad pagamos:
tu paz con las olivas se atropella,
pues son tu muerte y fue la causa de ella
la primer fruta y los primeros ramos.

Los pasos de la Humildad,
la Salutación o el Huerto,
Lágrimas o el Dulce Nombre,
la Salud o el Prendimiento
en la tarde del domingo
como en un teatro abierto,
irán mostrando en iconos
los relatos evangélicos,
que san Marcos o san Lucas,
que san Juan osan Mateo,
con amplitud de detalles
reflejaron en sus textos.

(Por cierto, algunos exégetas
no comparten el criterio
de que Marcos y que Juan,
los que del grupo selecto
de Jesús formaron parte
difícilmente pudieron
ser autores materiales
ambos de sus Evangelios,
sino que fueron distintos
los que en sí los escribieron,
aunque en el nombre coincidan,
por las fechas en que aquellos
fueron dados a la luz;
sin embargo, no hay consenso
entre todos los autores,
pues para otros no es serio.

Pero antes por la mañana,
con el sol aún luciendo,
aprendices de cofrades,
(que algún día venidero
lo serán en toda regla),
vestidos al modo hebreo,
saldrán con la Pollinica,
tan felices y contentos,
con ramos de olivo y palmas,
y hasta con trajes de estreno.

Joaquín Fernández González,
  poeta paisano nuestro,
un magnífico escritor
que ejerció su ministerio
de acólito y de lector,
con dedicación y esmero
en la catedral de Málaga
y además fue consejero
de Pastoral Diocesana
unos versos estupendos
en Diócesis escribió
a cual sin duda más bellos,
unos poemas hermosos,
de gran misticismo llenos,
dedicados al Vía Crucis,
hasta catorce, y yo quiero,
en llegando a aqueste punto,
porque viene justo a pelo,
(cualquiera hubiera servido),
leer tan solo el primero.

Todos sin excepción te condenaron;
la plebe en su afán de castigarte,
pedía, sin piedad, crucificarte
y como un malhechor te denunciaron.

¿Dónde estaban los hombres que te amaron,
los que iban detrás de Ti para escucharte?
Un instante bastó para olvidarte
y en manos de Pilato te dejaron.

El pueblo se hizo cargo de tu muerte
y un lavado de manos fue bastante
para justificar no defenderte.

Nadie lanzó un gemido por tu suerte;
un bandido por Ti, cambio humillante,
y una cruz esperando sostenerte.

El Lunes Jesús Cautivo
tras estar con los enfermos
en el Hospital Civil,
su traje talar blandiendo
de color blanco radiante,
que no parece el de un preso,
irá por la Trinidad,
y al final, ya de regreso,
la Tribuna de los Pobres
acogerá con estrépito.

Y por cuestiones de espacio,
e incluso del rigor métrico,
no aludiré con detalles
de procesiones al resto
que del lunes hasta el miércoles
transitan con todo el séquito.
el recorrido oficial,
de unos ochocientos metros,
que comienza en la Alameda
(este año acaso menos
a causa del suburbano,
cuyas obras ni de lejos
se prevé tenga un final,
porque alcanzar un convenio
por las Administraciones,
Junta y Ayuntamiento,
raya casi en la utopía)
y doblando al lado izquierdo,
sigue hacia el vial de Larios,
(hoy ya peatonal paseo),
continúa hacia la Plaza,
de la Constitución, yendo
por la calle de Granada
(cambiada también de aspecto),
donde aquel acabará
y es del retorno el comienzo,
ya a veces con menos orden,
pues cuando queda un buen trecho
(la de la Nueva Esperanza
tiene un iter muy extenso),
hasta llegar a destino
cabe algún relajamiento.

Todas de Cristo revelan
escenas del sufrimiento,
como la de la Sentencia,
o en la que va el Cirineo
(el Señor de la Pasión),
la de Ánimas de Ciegos,
(no, cual las demás, dos pasos,
sino cuatro nada menos),
la Humillación, el Rescate,
u otras do el imaginero
hubo de poner a prueba
su escultórico talento,
(las de Cautivo y Gitanos,
a que de modo directo
ya mencioné anteriormente,
nos las citaré de nuevo),
que demuestran su arte rico,
si bien omitir no debo
al Jesús del mismo título,
el que tiene el privilegio
de liberar un penado
por un famoso Decreto
(que entonces eran pragmáticas),
del Rey llamado Arquitecto
y el mejor Alcalde, dicen,
de Madrid, Carlos Tercero.

Sí aludo a la Expiración,
por su original boceto,
distinto a los demás tronos
de rectilíneos diseños,
y en que los guardias civiles,
(se habla de que un estipendio,
antiguamente pagaban)
son cofrades predilectos;
y a esa Virgen, la Paloma,
(en que ediles madrileños
toman parte en el desfile)
porque acaso el de más peso
sea uno de sus tronos,
en el que los costaleros,
(perdonen los sevillanos
que haga de esa voz empleo)
suman doscientos setenta,
que es posiblemente récord,
junto a la Esperanza o Cena,
con parecido promedio;
o a la Virgen de las Penas,
por el dato pintoresco
de que su manto es de flores,
no de tela o terciopelo,
elaborado con gusto,
(un mini jardín perfecto),
que parece ha su génesis
en un tema financiero.

El día esperado, el jueves,
será el del gran apogeo:
tras la Santa Cruz, la Cena,
(de ferroviarios al gremio
unida, porque en la Renfe
tuvo allí su emplazamiento),
que fue donde Jesucristo
instituyó el Sacramento
en el que el vino y el pan
tórnanse en su Sangre y Cuerpo;

después, a continuación,
el Señor de los Viñeros,
especialmente ligado
al sector de vinateros;
la de Zamarrilla, célebre
porque de ese bandolero
y su mito tomó el nombre;
y ha servido de argumento 
 a una conocida ópera,
de otro eminente y egregio
autor, don Antonio Rozas,
que es de belleza un portento;

la de ese Cristo abatido,
el Chiquito Perchelero,
tan popular, cuya talla
se debe a Navas Parejo;

sin olvidar la de Mena,
(que no es de este artista empero,
sino que es de Palma Burgos,
a quien también se debieron
la Piedad y los Milagros),
Cristo al que los caballeros
de la legión, a su modo
glorifican sin sosiego
con el Novio de la Muerte,
cantando todo el trayecto,
al igual que con la Virgen
su salve los marineros,
con lo que un tono marcial
continúan manteniendo;

la de la Esperanza, en fin,
la de más rancio abolengo,
en la que Jesús del Paso,
se debe al cincel y al genio,
del gran Mariano Benlliure,
escultor de fama y crédito,
(como el de la Expiración
que también es de su mérito),
y a quien la ciudad recibe
con alfombras de romero.

Es de especial emoción
en la Alameda el encuentro
de la Madre con el Hijo,
que ya ha expirado, que ha muerto,
cuando Ella, (que, aunque Esperanza,
no puede tener consuelo),
va por el centro bajando
y Él por un lado subiendo;
e impresionante Jesús
cuando en la Plaza, volviendo
su rostro hacia la tribuna,
bendice al público atento.

Siempre llamó mi atención,
(por curioso lo reseño)
que de los nombres de Vírgenes
(tan variopinto y completo
en la geografía hispana
y que sn duda es inmenso)
Dolores y Soledad
se llevan todos los plenos,
pues seis y cuatro repiten
con no muy loable acierto.

Las últimas procesiones,
Dolores, Descendimiento,
Calvario, Amor o Traslado,
y Piedad, con los carteros,
preludiarán al Sepulcro
(de Jesús el Santo Entierro),
que al Viernes Santo darán
un tono triste y más serio,
acorde un tanto, si cabe,
(no sé, si acaso exagero),
con aquellas de Castilla,
de total recogimiento,
en especial los Servitas,
desfile sobrio y austero,
a cuyo paso tendrá
Málaga un fúnebre aspecto,
(habrá apagón general
en calles y hasta en letreros),
con los hermanos rezando,
un trono corto y estrecho
que sale desde la iglesia,
san Felipe, desde dentro,
y la Señora, de luto,
vestida toda de negro,
(como si, de hecho así es,
fuera a un tradicional duelo),
sin palio ni adorno alguno,
con un puñal en el pecho,
con la mirada perdida
y con los brazos abiertos
en actitud suplicante,
un foco a su rostro, bello,
orientado, y que resalta
de su dolor el reflejo,
y una corona encendida
por único aditamento,

El domingo en la mañana
habrá un amanecer nuevo
con Cristo resucitado
y la Reina de los cielos,
que ojalá sea un presagio
para los que aún creemos.

La resurrección de Cristo
es de la fe el fundamento,
puesto que esta sin aquella
no tiene ningún sustento.
Nuestra fe nada valdría
si es que un montaje fue aquello
(porque es que se ha dicho así,
con fines del todo aviesos),
tal cual afirmó san Pablo,
el otrora fariseo
y azote de los cristianos,
mas primer gran misionero.

Y de aquel hecho crucial
versa este tema postrero
de don José Luis Estrada,
que a continuación les leo.

Y fue la luz… y se alumbró la vida,
y se incendió la sangre deslumbrada
por esta voz, de fuego en llamarada
que antes fuera en lo oscuro presentida.

La humedad y la sombra contenida
por una noche en sigilos ya contada
saltó en colores rota y desatada
por cuchillos de sol y amanecida.

Iris de luz que en fúlgidos colores
descompuso las luces de aquel rayo,
como en amor que engendra otros amores.

Y fue la luz….y fue la primavera,
y fue la risa y el temblor de mayo,
y fue el amor sobre la tierra entera.

O este otro de un servidor,
en estrofa igual compuesto:

Fue la grata noticia, la importante,
que resucitó Cristo al tercer día,
con lo cual se cumplió la profecía,
dato no baladí por impactante. 
 
Mas es el hecho en si lo relevante,
pues vana nuestra fe, si no sería,
como Pablo el Apóstol bien diría
de forma concluyere y terminante.

Jesús nos dio la vida con su muerte,
a la cual como Dios, al fin venció
y así nuestra esperanza hacer más fuerte.

Empero, si se fue, no se marchó,
porque aquí para siempre se quedó
y esa es del creyente la gran suerte.

¡Viva la Semana Santa!
y en ella participemos
hasta en lo que sea fiesta,
(y, si me apuran, jaleo).
No importa que Pablo Iglesias,
no importa que el tal sujeto,
diga que a las procesiones
haya que ponerles término,
porque, aparte de que atrasan
a la sociedad, a nuestros
hermanos los musulmanes
los estamos ofendiendo.

Mas conveniente sería
(si se me acepta el consejo,
y no hablo desde un púlpito),
que jamás nunca olvidemos
lo que encierra en su trasfondo,
de espiritual y ascético,
o tal vez de filantrópico,
pues las Hermandades fueron
las primeras ONGS;
y el fin para el que nacieron
(aparte de otras cuestiones,
cual la de enseñar el credo,
y la no menos sublime
de aplicar los mandamientos)
está en el amor al prójimo,
que tiene todo el derecho
a vivir como nosotros,
porque no somos los dueños
de un mundo, que algo mejor
puede ser con nuestro empeño.

Que una sociedad más justa
entre todos procuremos.

Recuperemos a Dios,
a quien por sexo y dinero,
al par que por la ambición,
le hemos cedido el relevo,
y al que en nuestra vida damos
un valor de menos cero
y, lo que es mucho peor,
que eso nos importa un bledo.

Por cierto, ahora resulta,
a propósito de sexos,
que no hay hembra ni varón,
pues que existe más de un ciento
(no es como se vino al mundo,
mas cual se quiera ser luego
y al género humano aludo,
no a los gatos o a los perros),
con lo que elegir pareja
mañana será complejo.
Y, si Sodoma y Gomorra
las de la Biblia existieron,
¿no sería hoy el orbe
asolado por el fuego?
(y es una pregunta ingenua
que lanzo a los cuatro vientos),
porque el planeta sin duda
hacia el caos va directo,
como lo refleja Rando
con profusión en sus lienzos.

Empecemos desde abajo,
desde los mismos cimientos,
desde la propia familia,
en escuelas y colegios,
que lo que sembremos hoy
mañana recogeremos.

En definitiva, pues,
que los pasos que veremos,
dentro de unos pocos días,
si es que no lo impide el tiempo,
al decir de un gran cofrade,
no sean altares huecos.

Con esto doy por concluso
este alegato inconexo,
al que añadiré un epílogo
(que, si no es grato, lo acepto),
en décimas sí esta vez,
(la invención de aquel rondeño
que fue Vicente Espìnel,
al hilo de lo que he expuesto,
a modo de contrarréplica
a Dios, de modo sincero,
y es una simple oración,
aquesta, mi Padrenuestro.

Padre, que en el cielo estás,
sea tu nombre bendito,
y tu reinado, infinito,
se haga extenso más y más;
que a tu voluntad jamás
yo le anteponga la mía;
que el pan me des cada día;
que, si yo también olvido,
olvides mis faltas pido;
y el mal de mí, en fin, desvía. 
 
Dos te salve a Ti, María,
porque estás de gracia plena,
y eres, cual la luna llena
o cual sol del mediodía,
dechado en luz y armonía;
que nadie nunca se asombre,
si bendecido es tu nombre,
por y para siempre amén,
como el de tu Hijo es también,
el Dios que en Ti se hizo Hombre.

Sea dada gloria al Dios Padre
y al Hijo, Dios otrosí
no obstante, -lo quiso así-,
ser nato de Virgen Madre,
y, aunque a alguno no le cuadre
por incomprensible un tanto,
gloria al Espíritu Santo,
pues uno y trino ha de ser
hoy, cual mañana y ayer,
enaltecido en mi canto.

(La anterior aolución fue pronunciada por su autor en la capilla del monasterio de las Madres Merecedarias (junto al Museum Jorge Rando) el 15 de marzo de 2018, con base en la que pronuncira en el Centro Cultural y Recreativo de Renfe El Cenachero el sábado 1 de marzo de 2008).

Si te alegra, Señor, el ruido ronco
de este recibimiento que miramos,
advierte que te dan todos los ramos, Si te alegra, Señor, el ruido ronco
de este recibimiento que miramos,
advierte que te dan todos los ramos,
por darte el viernes más desnudo el tronco.
¿A dónde vas, Cordero, entre las fieras,
pues ya conoces su intención villana?
Todos, enfermos, te dirán "¡Hosanna!"
Y no quieren sanar, sino que mueras.
Hoy te reciben con los ramos bellos
(aplauso sospechoso, si se advierte),
pero otra noche, para darte muerte,
te irán con armas a buscar en ellos.
Y porque la malicia más se arguya
de nación a su propio rey tirana,
hoy te ofrecen sus capas, y mañana
suertes verás echar sobre la tuya.
Si vas del postrero de todos vas vendido,
y del primero, cerca de negado.
Mal en los huertos tu piedad pagamos:
tu paz con las olivas se atropella,
pues son tu muerte, y fue la causa de ella
la y los primeros ramos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario