domingo, 25 de marzo de 2018

SOBRE LA, LE Y LO (DE NUEVO)

No cabe duda de que el empleo de los pronombres personales 'la', 'le' y 'lo', con sus correspondientes plurales, son motivo de dudas en los escritores y hablantes de nuestro idioma; al menos, no es infrecuente observar el mal uso de los mismos, o de forma indebida si se quiere, por parte de comentaristas y locutores de radio y televisión, entre los que no hay que excluir a tertulianos de reconocido prestigio. Es en definitiva lo que se conoce como 'laísmo', 'leísmo' y 'loísmo', respectivamente. 
 
Y, como uno ha podido saber que la dificultad, o el problema de su correcta utilización, radica básicamente en que se desconoce cuál es el papel que desempeñan unos u otros en la oración (si de complemento directo o de complemento indirecto), de ahí que el comentarista haya considerado oportuno incidir en ello, ya que ha tiempo que un servidor le dedicó al tema uno de sus comentarios. En todo caso, y en su modesta opinión, la cosa no es tan complicada como parece. Claro que, si de entrada se ignoran algunos conceptos básicos de sintaxis (que son de estudios que se aprenden en la escuela), apañados estamos, como en tantas otras cosas.
 
La elección de tales pronombres personales en una determinada frase depende en esencia, como ya se ha indicado, en la funcionalidad que ejerzan en la misma, bien como complemento indirecto ('le/les'), bien como complemente directo ('la/las' y 'lo/los'). Lo que sí es evidente es que de ninguna de las maneras depende de que el complemento, ya se trate del directo o del indirecto, sea persona, animal o cosa. 
 
Los pronombres 'la/las' proceden de las formas latinas de acusativo femenino 'illam/illas' (singular y plural respectivamente), que era el caso de la declinación latina en el que se expresaba el complemento directo. Por ello, la norma culta del español estándar solo admite el uso de esas formas para dicha función, al decir de la RAE (siempre obviamente referido al femenino, tanto en singular como en plural; y lo mismo para personas que para cosas), cual en la oraciónLa/las buscaron por todos sitios” (caso de personas), o “La entrega de premios la efectuó el presidente” (cosa). 
 
Por su parte, los pronombres 'lo/los' provienen de las formas latinas de acusativo masculino illum/illos (singular y plural), caso igualmente de la declinación latina en el que se expresaba el complemento directo; y, asimismo, en la norma culta del español estándar también, solo se admite el uso de tales formas para desempeñar dicha función (“Me lo/los encontré en la calle” (personas), o “El premio lo entregó el secretario” (cosa).

Y los pronombres 'le/les' (procedentes de las formas latinas de dativo, singular y plural, 'illi/ illis', que eran los casos de la declinación latina en el que se expresaba el complemento indirecto), del mismo modo la norma culta del español estándar establece el uso de esas formas para ejercer dicha función, independientemente del género del sustantivo al que se refiera el pronombre: ”Le/les dijeron (a él o a ella, o a ellos o ellas) que se fuera(n) a la calle”.
Según el Diccionario Panhispánico de Dudas, hay zonas en las que 'le' se emplea como complemento directo cuando se refiere a personas del sexo masculino y en singular. En ese caso se admite el leísmo, aunque se recomienda el empleo de 'lo'. Y, desde luego, se desaconseja su uso en plural o en femenino. En frases como Les alabaron mucho” o le consideraba una mujer decididasu empleo es desaconsejable por no estar ni en singular ni en masculino. 
 
Para la RAE el leísmo, referido a animales y cosas, no se considera nunca apropiado. No es correcto, por ende, decir en su caso que “se le desbocó el caballo y no pudo dominarle”; o “se le perdió el reloj y no le encontró”. Debió decirse “no pudo dominarlo ono lo encontró”
 
De la misma forma, los verbos usados con significados que los diccionarios señalan como intransitivos no admiten complemento directo, por lo que no es posible el empleo de 'lo/la' o 'los/las'; debe ser siempre 'le' o 'les'. El supuesto clásico por antonomasia es el verbo decir. “La dije”, por ejemplo, no suena nada bien, por mucho que así se diga en Burgos o en Valladolid, con perdón para los castellanos, que se atribuyen el nacimiento de nuestro idioma, aunque hay quien se decanta por situarlo en San Millán de la Cogolla (La Rioja), bien es verdad que hasta la actual división autonómica de España, fruto de la Constitución de 1978, perteneció a la antigua provincia de Castilla la Vieja, merced a la división territorial de nuestro país llevada a cabo por el entonces Secretario de Estado de Fomento, D. Javier de Burgos en 1833. 
 
Algunos tratadistas del idioma sostienen que la regla que se basa en preguntar “a quién”, que se ve en ocasiones en las gramáticas elementales, no es nada práctico para determinar si un complemento es directo o indirecto; de hecho tan solo sirve para precisar si el complemento es de cosa o de persona. Acudir, pues, a dicho recurso puede ser incluso fuente de leísmos, habida cuenta de que no siempre funciona. Y un servidor está de acuerdo con semejante matización.
 
Al fenómeno del 'loísmo', consistente en el uso del pronombre 'lo' (complemento directo) como complemento indirecto masculino, el comentarista no va a referirse por ser menos extendido y mucho más vulgar que el 'laísmo' o 'leísmo'. “Lo dije que me avisara', por ejemplo, es un supuesto un tanto rebuscado y difícil de encontrar en la práctica. .




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