martes, 23 de julio de 2013

TAMPOCO EL PSOE ES COJO NI MANCO

Según ha podido uno leer en algún medio de comunicación escrita, el nuevo rector de la Universidad de Deusto, el jesuita José María Guibert, que no es un cualquiera o un don nadie aparte, ahí es nada, de ser Licenciado en Estudios Eclesiásticos por la Universidad de Deusto y en Teología por la Jesuit School of Theology at Berkeley USA, posee el título de Ingeniero Industrial por la Universidad de Navarra y el de Doctor en Ingeniería Industrial por la Universidad del País Vasco, junto al Master in Business Administration in Higher Education Management por el Institute of Education University de Londres—, ha dicho en una entrevista concedida a la Agencia EFE que cree que en el extranjero ven a España en este momento como una república bananera, añadiendo que nuestro país tiene un problema nacional de falta de ética y calidad democrática.
Se considera que la locución república bananera fue acuñada, de forma peyorativa obviamente, por O. Henry seudónimo del escritor y, dicen que excelente, cuentista estadounidense William Sydney Porter, en referencia a un país que se considera políticamente inestable, empobrecido y atrasado, cuya economía depende de unos pocos productos de escaso valor agregado simbolizados por las bananas, gobernado por un dictador o una junta militar, muchas veces formando gobiernos fraudulentamente legitimados. Y un rasgo notable en este estereotipo de república bananera es sin duda la corrupción, práctica corriente en cada aspecto de la vida cotidiana, siendo comúnmente desobedecidas las leyes del país. En la actualidad se sigue usando la expresión para describir de manera despectiva a ciertos gobiernos de países sudamericanos, y centroamericanos, del Caribe, de Asia y de África. El propio Diccionario de la RAE define el termino bananero en una de sus acepciones, concretamente la cuarta, como dicho principalmente de ciertos países de Iberoamérica: tercermundistas.
Pero, volviendo a las palabras de don José María Guibert, lo peor de eso es que muchos creemos —porque uno personalmente, desde luego, se encuentra entre ellos— que le asiste toda la razón. Y, si no, veamos el último numerito protagonizado por el PSOE, jaleado cómo no por Izquierda Unida —partidos que dirigen la Junta de Andalucía, no lo olvidemos—, en el caso de los ERE, llamado por algunos también como fondos de reptiles. Porque resulta que ambos dos partidos, que no han dudado en criticar al PP por el bloqueo llevado a cabo para que el Presidente del Gobierno acuda al Congreso de los Diputados a dar explicaciones sobre los papeles de Bárcenas, se niegan a dar explicaciones sobre los ERES falsos en el Parlamento Andaluz. Así, en el ¡¿argumento?! dado ad hoc en la Diputación Permanente, para rechazar un pleno urgente sobre los ERES irregulares de la Junta solicitado por el Partido Popular, han esgrimido el veto del PP para debatir el caso Bárcenas en Madrid. Es decir, que como tu no tienes ganas de hacer caquita, yo tampoco lo hago, aunque luego me cague encima. Mas infantilismo no cabe, oiga.
¡Viva la democracia y quien la trujo!, en España, claro. Y es que no cabe duda de que nuestro país es diferente, no en el sentido ciertamente al que se refirió Napoleón cuando fue derrotado en la batalla de Bailen o al eslogan Spain is different de don Manuel Fraga, cuando tradujo la frase al inglés, siendo ministro de Información y Turismo allá por la década de los sesenta, con el fin de atraer turistas a una España donde no parecía existir más que sol y naranjas, tablaos flamencos y playas paradisíacas. Ahora, cuando ha pasado más de medio siglo desde aquella campaña publicitaria, España sigue siendo diferente, un país aparte, que ya en pleno siglo XXI sigue circulando en dirección contraria o a un ritmo distinto al que ha marcado la evolución del resto de los países del Occidente europeo, a pesar de que formemos parte de la UE.
Bueno, hay un español que es la excepción. Porque, como rara avis, en el seno de la UE ha surgido un nuevo Don Quijote —bilbaíno y político socialista para más señasllamado Joaquín Almunia, que se ha erigido en impulsor de que lo que se consigue de forma ilegal, llámense subvenciones o lo que sea, hay que devolverlo, sin hacer la vista gorda tratándose como se trataba de perjudicar a sus compatriotas españoles. Indiscutiblemente como principio moral y ético es un modo de proceder irreprochable; pero, ¡hombre!, como se supone que debe tener alguna influencia sobre los miembros de su partido, podía mediar sobre sus antiguos colegas los Vera, los Barrionuevo, los Roldan, etc.y los actuales de los ERES de Andalucía, para que devuelvan lo indebidamente cobrado, que parece ser no han hecho ni tienen intención de hacer.

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