miércoles, 29 de octubre de 2014

¿LA CUARTO ÁRBITRO? NO, HOMBRE, NO

En ningún momento a uno le gustaría lo tildaran de petulante ni, por supuesto, tampoco quisiera dar la sensación de que pretende hablar ex cátedra, que para eso ya está el Papa. Pero sí, desde luego, recomendaría a algunos periodistas o seudoperiodistas vaya usted a saber que leyeran la entrada que un servidor dedicó en su blog al tema del uso del articulo o del adjetivo masculino delante de un determinado sustantivo femenino cuando este empieza por a o por ha tónica.

Un servidor no puede resistirse traer a colación aquí aquellas resoluciones judiciales, cuando hace tiempo ejercía la abogacía, lamentables desde el punto de vista lingüístico, que firmaban sin rubor quienes se autodenominaban a sí mismas la secretario judicial, —sí, sí, no es un error, lo ha dicho uno bien—, como modelo a evitar de la llamada concordancia vizcaína,. que no hace falta recordar es la que usa mal los géneros de los sustantivos, aplicando el femenino al que debe ser masculino, y viceversa. Y es que, —que uno sepa—, el vocablo secretario, ni como sustantivo ni como adjetivo, no puede considerarse epiceno ni nunca fue un nombre común en cuanto al género. 

Al comentarista le sigue llamando poderosamente la atención que en ciertas profesiones de formación universitaria ejercidas por mujeres, juezas o médicas son dos claros ejemplos—, no se emplee como norma siempre el género femenino al referirse a ellas, pues a veces incluso no se hace así por las propias interesadas, sin que los defensores del feminismo hayan alzado jamás su voz en contra, como a su vez se hace por quienes reivindican el uso del plural para referirse a ambos sexos, que en el caso de los parados y las paradas en concreto hasta chirrían en el oído. Y es que, si bien en la situación de las primeras, todavía sería admisible por ser nombre perteneciente al género común, en el de las segundas ya no lo es al decir del Diccionario Panhispánico de Dudas. En efecto, sobre el término juez indica que es la persona con potestad para juzgar y sentenciar, añadiendo que por su terminación, es común en cuanto al género (el/la juez), pero se usa también, incluso en el nivel culto, el femenino específico jueza; sin embargo, en cuanto a la de médico/ca, señala que es la persona que ejerce la medicina, cuyo femenino es médica, no debiendo emplearse el masculino para referirse a una mujer, es decir, la médico. Por cierto, es curioso observar que, en tanto en otras profesiones como arquitecto o ingeniero, aparte también la de médico, la RAE en la nueva edición del Diccionario ha suprimido la referencia que antes hacía a que se usa también la forma en masculino para referirse al femenino, en la hipótesis de abogado se ha seguido manteniendo aquella alusión, con lo cual no habría obstáculo para poder seguir diciendo correctamente la abogado o la abogada, postura que está en franca contradicción con la propia Academia, puesto que en su D.P.D. —evidente supuesto de antilogíaafirma que no debe emplearse el masculino para referirse a una mujer, esto es, la abogado. Y es sorprendente también que en ciertos oficios como soldador o albañil no se recojan las formas soldadora o albañila, y no es que esta última aparente palabreja suene mal, porque sí se admite en la acepción relativa a la abeja albañila, cuando en cambio se acepta la de carpintera o mecánica.

El tema es que de nuevo, en un medio de comunicación escrito —en este caso deportivo, pero que en nada empece a la cuestión en sí, ya que tan formados debieran estar unos profesionales como otros, sean de Marca, de El Mundo, de El País o del sursuncorda—, se podía leer hace poco el titular periodístico de la bronca de Pep Guardiola a la cuarto árbitro. Es verdad que luego en la noticia se hablaba de la cuarta árbitro, pero eso no mejoraba mucho el desaguisado, ya que el término árbitro no es un nombre común en cuanto al género, sino que admite tanto el género masculino como el femenino, es decir, el árbitro y la árbitra.
 
Alguien podría argüir entonces que eso cuadra poco con la teoría general, esbozada al principio y tratada por un servidor en su comentario ¿el otro arte o la otra arte?—, referente al uso del articulo o el adjetivo masculino delante de un sustantivo femenino cuando este empieza por a o por ha tónica. Y aparentemente es así, pero . . Pero no lo es; porque, volviendo al Diccionario Panhispánico de Dudas, uno tiene que confesar su obsesión por acudir a dicha herramienta de consulta—, este dice que con los sustantivos referidos a seres sexuados que han comenzado a usarse en femenino en los últimos años, no funciona ya, de manera espontánea, la norma que tradicionalmente asigna a los sustantivos femeninos que comienzan por a tónica la forma el del artículo. La mayoría de los hablantes, continúa diciendo, dicen la árbitra, marcando el género de forma regular en el artículo, a la vez que queda explícito este en la terminación femenina del sustantivo. Y destaca igualmente que lo mismo ocurre con el indefinido, que suele usarse en la forma plena una: «Es la primera vez que una árbitra participa en una olimpiada». Es más, antes al referirse a la definición de árbitro/a dice que es la persona encargada de decidir y solucionar un conflicto entre distintas partes o el profesional que vela por el cumplimiento del reglamento en un encuentro deportivo, para concluir afirmando de forma tajante que el femenino es árbitra, así como que no debe emplearse la forma masculina para referirse a una mujer, esto es, la árbitro.

Pues dicho queda.







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